Su nombre es José Jiménez Castillo, tiene 52 años y es miembro del Club Ciclista Ciclocubín. Su pasión por la bicicleta no entiende de fronteras y buena prueba de ello es que recientemente acaba de completar una de las pruebas clásicas de larga distancia con mayor tradición a nivel europeo, como es la Londres-Edimburgo-Londres. Una experiencia no al alcance de muchos ciclistas que él, además, ha realizado en varias ocasiones.
Pero comencemos por el principio. ¿De dónde le viene esta afición por el deporte de las dos ruedas? “Desde que hice BUP en el instituto Alfonso XI me apasionaba el ciclismo y seguía las grandes vueltas. Varios de mis amigos salían con la Peña Ciclista Alcalaína y me daba envidia, porque yo vivía en Castillo y además no tenía bicicleta de carreras. A los 19 años empecé a salir por la comarca y poco a poco fui descubriendo los paisajes y los puertos de la Sierra Sur. Aunque estudié mi carrera en Madrid (o precisamente por eso) apreciaba mucho nuestro entorno y nuestros parajes, ideales para descubrirlos en bicicleta. Poco a poco me fui apasionando y yendo cada vez más lejos. Entré en el club Hortaleza de Madrid y descubrí las grandes marchas cicloturistas (Lagos de Covadonga, Quebrantahuesos, La Sufrida de Ronda etc.). Mi interés por las grandes rutas me llevó a diseñar en 2007 el Dessafío de la Sierra Sur y cordinarlo junto con muchos amigos de la Peña Ciclista Alcalaína y Ciclocubín, entre los que destacan Jaime Castillo y Remigio Olmo. Pero lo que me apasionaba del ciclismo, más que la competición y las clasificaciones, era la parte de aventura y exploración”.
“En 2009 publiqué el libro En bicicleta por el Sur de Jaén, con un resumen de mis rutas favoritas por la comarca, editado por Adsur. En paralelo, empecé a tomar contacto con las pruebas no competitivas de larga distancia, denominadas "brevets". Este estilo de ciclismo también se conoce como "randonneur". Se trata de series de pruebas de distancias crecientes, en las que el participante ha de pasar por ciertos puntos de control, sellando un libro de ruta, en menos de un tiempo determinado, sin premios, sin ganadores y sin clasificaciones. Simplemente tienes obligación de cumplimentar un libro de ruta sellando en los controles establecidos por la organización dentro de un horario límite. La más corta es de 200 km, y después vienen las de 300, 400 y 600 kilómetros”.
“Una vez que un ciclista es capaz de completar una serie de estas distancias, tiene la posibilidad de inscribirse en las "superbrevets" de más de 1000 kilómetros, que se suelen celebrar cada 4 años. La más famosa de estas es la París-Brest-París, de 1200 kms en un límite de 90 horas. En esta prueba participan más de 8000 ciclistas de todo el mundo y es un evento impresionante. Los ciclistas van saliendo en grupos cada 15 minutos durante todo el día, de manera que no hay un pelotón principal y la carretera se llena de ciclistas a todas horas, de día y de noche. Los pueblos se engalanan y los vecinos de todos los pueblos los reciben con adornos, pancartas, pintadas y puestos con comida y bebida. Es la gran fiesta del ciclismo en Europa, pero no deja de ser una prueba deportiva muy exigente, porque al final hay un límite de tiempo que te exige hacer 300 kms o más cada día. A veces hacemos series de más de 500 kms sin dormir. Tuve la suerte de participar y completar la París-Brest-París en dos ocasiones, 2015 y 2019 junto con mi compañero de Ciclocubín, Eduardo Soler. La segunda prueba más famosa en Europa es la Londres-Edimburgo-Londres, siendo aún más exigente, con 1500 kilómetros en un límite de 125 horas y más de 15000 metros de desnivel acumulado”.
Pero, ¿cómo se decidió a realizar esta impresionante prueba? “En 2009 empecé a hacer brevets de distancias crecientes, poco a poco. Después de prepararme un par de años haciendo mis primeras brevets serias de 400 y 600 km, en 2013 me hablaron de la prueba de Londres y decidí inscribirme. Esa fue mi primera prueba grande. Conseguí finalizarla y fue una experiencia increíble. Fui el primer andaluz en participar en esta gran prueba ciclista a lo largo de Inglaterra y Escocia. En 2017 no pude participar por problemas personales. Debería haberse celebrado en 2021 pero fue aplazada por el Covid19. En 2022 se cruzaron los astros para permitirme encontrar el tiempo necesario para prepararme y he podido participar de nuevo. Era un sueño volver a rodar en bici por Inglaterra, con algunas dificultades logísticas añadidas a causa del Brexit, pero finalmente he conseguido terminarla también”.
En cuanto a la experiencia “ha sido fantástica. Este año han participado más de 1500 ciclistas de todo el mundo, saliendo en grupos de 50 desde las 5 AM el 7 de agosto. Cada 80 o 90 kilómetros había controles dispuestos por la organización. En estos se podía sellar el libro de ruta y se disponían de servicios adicionales, como restaurante para reponer fuerzas, duchas y dormitorios para descansar. Cada ciclista gestiona sus tiempos de parada según sus necesidades, pero el tiempo va descontando y al final se trata de una prueba de estrategia y mucho autocontrol. También hay que ser muy organizado y tener muchos factores en cuenta, como la logística, saber qué cosas puedes necesitar en ruta y llevar una pequeña bolsa de tipo "bikepacking" para ser autosuficiente. Normalmente hacemos tiradas de 300 km o más y nos paramos a dormir 3 ó 4 horas diarias. A veces, incluso menos. Es una prueba de alta exigencia deportiva, pero sin competir contra nadie, porque la Organización prohíbe la publicación de rankings o clasificaciones. Cada uno lucha consigo mismo y con el recorrido”.
Cuando le preguntamos por lo más duro de esta carrera, la respuesta es clara. “Sin duda, el recorrido, que sin ofrecer grandes puertos de montaña, se hacía especialmente duro porque la Organización diseñó un trazado muy complejo, lleno de caminos secundarios y rampas de grandes porcentajes de desnivel. Hubo momentos de agotamiento, porque en este tipo de pruebas se acumula el cansancio y las llegadas a los controles se eternizan, sobre todo las nocturnas. Las carreteras eran bastante malas, muy estrechas, rugosas y llenas de baches, para desesperación de los rodadores como yo. Peronormalmente en cada control se reponían fuerzas y se encontraba la energía para seguir. En los dos primeros días fuimos acumulando retraso y estuvimos a punto de quedar fuera de control. Dos de los siete compañeros que iniciamos la prueba tuvieron que abandonar. Los demás hicimos un esfuerzo adicional y fuimos recuperando el tiempo perdido en la segunda mitad del recorrido, para conseguir finalizar la prueba muy cerca del límite”.
En cuanto a lo más valioso que se trae, la respuesta también es contundente. “La experiencia humana y colectiva. El hecho de que una Organización consigamontar una infraestructura a lo largo de todo un país de manera altruista, sabiendo que a cualquier hora del día o de la noche encontrabas un voluntario dispuesto a ayudar en lugares insospechados. Aunque la inscripción tenía un coste económico de unas 300 libras, la calidad de los servicios que nos han dado supera con creces esa cantidad económica. Eso solo se puede conseguir gracias al voluntariado y al compromiso de muchas personas por ofrecer lo mejor de su tierra a los visitantes. En ese sentido, no puedo evitar pensar en las similitudes con el Dessafio, la prueba ciclista que organizamos con tanto cariño en nuestra comarca. Y por supuesto, el intercambio cultural. Había ciclistas muy exóticos para nosotros, como indios, japoneses, australianos... además de todos los países europeos. Es una oportunidad extraordinaria poder intercambiar sensaciones y experiencias con personas tan diferentes, con las que al mismo tiempo compartimos nuestra pasión por el ciclismo”.
¿Su próximo reto? “Como ciclista aficionado estoy sujeto a mil circunstancias laborales, familiares y personales, que me llevan a vivir un poco al día. Obviamente me apasiona este estilo de ciclismo y me gustaría participar en más retos como este, pero el tiempo es limitado y hay que elegir. Hay otras muchas pruebas de larga distancia que me gustaría realizar, tanto en España como en otros países. El próximo año (2023) vuelve a celebrarse la prueba reina París-Brest-París. Ya he conseguido la clasificación para poder inscribirme, pero no sé si podré participar. En el futuro, quizá la Barcelona-Perpignan-Barcelona o la "1001 miglia" en Italia. También hay superbrevets en Alemania, Suecia, etc... Y otras pruebas en España, como la Astúrica Augusta (1200 km), en la que participé en 2021, o la Barcelona-San Sebastián-Barcelona (1200 km). Todas ellas se celebran habitualmente cada 4 años. ¿Quién sabe? Yo seguiré entrenando y haciendo brevets para estar preparado cuando se me plantee un objetivo concreto y las circunstancias familiares me lo permitan”.