Qué pena que la corrida de Ibán, con mucha fachada, no tuvo el fondo suficiente. Y Marín, como sus compañeros de terna, no pudo reivindicar con la rotundidad deseada que “el bon toreig es tambe catalá”. Dejó más que apuntes, eso sí, muy firme en los dos astados de su lote, sobre todo en su primero, al torear con eficaz poderío y sumo gusto.
Hubo muletazos por el lado izquierdo de trazo largo y sentido, y en la media distancia, dejando que el toro se viniera de lejos para mayor emoción. Pero faltó unidad al trasteo por las intermitencias que impuso el toro, que quiso “rajarse” en más de una ocasión. El quinto embestía con todo, y se dejó menos.
Toro con escaso contenido, y que acabó a la defensiva, sin pasar de las medias arrancadas. Marín lo exprimió hasta mucho más allá de lo poco que se vislumbraba en él, pero sin lograr estructurar faena.
Abrió plaza Eugenio de Mora con un toro que le costaba meter la cara en el primer envite, pero que una vez dentro del engaño repetía con fijeza y por abajo. Lamentablemente duró poco (el toro), y en consecuencia también la faena acabaría yendo a menos. El cuarto resultó corretón en los dos primeros tercios, pero conseguiría De Mora meterlo en la muleta tirando de oficio.
Y Bolívar, salió del paso en su primero, como también fueron nulas las posibilidades de faena en el sexto, que se vino abajo enseguida, totalmente parado.