Joaquín Sánchez, capitán del Betis, se retiró este domingo del fútbol profesional en una noche que no se le olvidará jamás y en la que lloró a raudales, en el empate a uno de los verdiblancos ante uno de sus antiguos equipos, el Valencia, que casualmente fue el rival con el que el 'torero' de El Puerto, el genio de la cantera de Heliópolis, puso fin a su dilatadísima carrera de veintitrés años en la élite.
Joaquín, que, lleno de emoción, no pudo aguantar las lágrimas desde antes de que empezara un partido en el que el Betis lo tenía todo hecho (sexto puesto e histórica tercera presencia seguida en la Liga Europa) y el Valencia se jugaba la salvación, y el 'niño' que antaño cogía el tren en la bahía gaditana para ir a entrenar a Sevilla, a la ciudad deportiva de su Betis, no defraudó en absoluto.
El fino extremo de El Puerto de Santa María dio la vuelta al campo, como los buenos toreros en una tarde redonda en la Real Maestranza, acompañado por todos sus compañeros, quienes, como muestra del inmenso cariño que le tienen a un futbolista de gran carisma fuera y dentro de los terrenos de juego, e incluso mediático por su faceta televisiva, le mantearon en medio del júbilo y del éxtasis de una afición, la bética, que le idolatra.
Y no es para menos. Joaquín debutó siendo un chaval con el primer equipo de las Trece Barras en septiembre de 2000, estando el Betis en Segunda, y desde entonces ha hecho y presumido de beticismo por todos los lugares por donde ha ido pasando: Valencia (2006-11), Málaga (2011-13) y Fiorentina (2013-15) antes de volver a la que siempre ha sido su casa, además de haber jugado 51 partidos en la selección española absoluta.
Todo ese bagaje, su honradez y su calidad futbolística, su personalidad y su impronta, difícil de igualar, le fue reconocido en el encuentro ante el Valencia que significó su retirada del fútbol en activo, aunque seguirá ligado en otra parcela al club de su vida, al Betis, puesto que no en vano, además de su sapiencia y de su experiencia en un vestuario en el que era el rey, siempre atento y pendiente de lo que necesitaban unos compañeros que le adoran, es accionista destacado del Betis.
Joaquín ha igualado, además, el récord de 622 partidos en Primera que ostentaba Andoni Zubizarreta y se ha convertido en el segundo futbolista de mayor edad en jugar un encuentro de la máxima categoría española a sus 41 años y 318 días, sólo por detrás de Harry Lowe, quien, en su condición de entrendor y jugador, disputó en 1935 uno con más de 48 años, con el Donostia FC.
Al portuense, artista y genio y figura dentro del campo, se le saltaron las lágrimas antes del comienzo del partido de este domingo con el Valencia, con el cántico del himno del club, sin ir más lejos. Y, a partir de ahí, no paró de llorar, tanto dentro del terreno de juego como cuando fue cambiado en el minuto 60 y el Benito Villamarín, con más de 54.000 almas, se vino abajo ovacionándole y gritando su nombre.
"Joaqui, Joaqui, Joaqui" u 'Oh, capitán; oh, capitán" fueron las consigas más coreadas, amén de que antes del inicio se desplegó en una de las grada un tifo con una foto reproduciendo uno de sus certeros centros y el siguiente mensaje: "Joaquín Sánchez. Un mito con arte. 14 temporadas. Gracias, Cap17án".
También se coreó "Joaqui, Joaqui" en el minuto 17, en correspondencia con el dorsal del eterno capitán verdiblanco, que aplaudió a su gente al retirarse a los vestuarios en el descanso y, más tarde y en el campo, volvió a ser presa de la emoción cuando seguía llorando al escucharse el reconocimiento que le daba el beticismo, a cada instante, permanentemente.
Como el himno del Liverpool, el de El Puerto de Santa María nunca caminó solo en su despedida como profesional, recibió el cariño y la admiración más grande que puede tener un profesional. Sin más remedio, se tenía que secar las lágrimas ante tanto aprecio y amor por parte de una hinchada entregada, hasta que terminó de estallar para ovacionar a su ídolo cuando en el minuto 60 fue sustituido por otro Sánchez, en este caso Rodri.
Joaquín se marchó envuelto en lágrimas, se arrodilló y besó el césped donde tantas tardes de gloria dio, el del Benito Villamarín. El brasileño del Valencia Gabriel Paulista le abrazó, luego le siguieron todos sus compañeros del Betis y, ya en la banda, Juanmi, miembros de su cuerpo técnico e incluso el entrenador visitante, Pipo Baraja, con quien coincidió en el club che.
En el banquillo, el artista, el torero del escudo de las Trece Barras, siguió llorando, pensando en lo que le queda por vivir, ya alejado de los vestuarios y del césped, aunque, como los buenos matadores, al final recompuso su figura, dio la vuelta al 'ruedo' -al campo en este caso- junto con sus compañeros, sin parar de derramar lágrimas y en medio del delirio de sus fieles.
Como fin de fiesta, hizo un brindis en una pose torera con su brazo derecho al cielo, como en la Maestranza, y fue manteado por toda la plantilla bética. "Más no puedo pedir", dijo después, lacónico y orgulloso, el talentoso jugador del El Puerto, tierra tradicional dentro del mundo del toro. Y Joaquín, como buen portuense, estuvo cumbre al cortarse la coleta estando en la cima, a sus 41 años.
El Puerto
El adiós entre lágrimas de un mito: Joaquín, torero y genio
Al portuense, artista y genio y figura dentro del campo, se le saltaron las lágrimas antes del comienzo del partido de este domingo con el Valencia
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