Carlos Alcaraz parece asentado, a sus veinte años, en el liderazgo el tenis mundial, gracias a éxitos espectaculares como el más reciente en Wimbledon, pero lo que realmente destaca de él es que posee aspectos psicológicos que pueden llevarle a seguir a ese nivel mucho tiempo y llegar a ser un mito más como Nadal, Federer o Djokovic.
Así lo ha considerado, en declaraciones a EFE, uno de los principales expertos en "coaching" de España, Juan Carlos Álvarez Campillo, acostumbrado a trabajar no solo con deportistas de élite de diferentes disciplinas sino también con jóvenes que tienen "mimbres" para llegar al máximo nivel pero necesitan un apoyo para no descentrarse.
Tras ganar el torneo sobre hierba más importante del mundo Alcaraz disputó la Copa Hopman, en la que perdió algunos partidos, en dobles, algo que "no tiene ninguna importancia" para un deportista de su nivel "porque se mezcla el cansancio y el que ese no era uno de sus grandes objetivos y eso supone una cierta relajación", considera este experto, máximo responsable del máster en Coaching y Psicología Deportiva de la Universidad Internacional de La Rioja.
Su análisis sobre el tenista murciano, en cualquier caso, va más allá de un resultado concreto y tiene que ver con la "longevidad" que se espera de Alcaraz en un deporte dominado durante décadas por tres tenistas -Federer, Nadal y Djokovic- pero que también tuvo épocas en las que sus número uno era más fugaces.
"La continuidad de Alcaraz, como de muchos otros, dependerá, en buena parte, de que le respeten las lesiones", asume este psicólogo, que también ha intervenido en la recuperación de algunas figuras del deporte español, como Carolina Marín.
Pero junto al estado físico "lo que cuenta, para esa longevidad, es la personalidad, que sea sólida, los valores y cómo te apoye la familia" y "lo que se puede ver de Alcaraz es que todo eso lo tiene".
"Estar en la élite de un deporte como el tenis requiere un sacrificio continuo, una disciplina en el trabajo y en los cuidados y el saber que estás todo el día en el foco, y eso hay gente que llega pero no lo aguanta después", explica Álvarez Campillo.
Porque "si es difícil llegar a la élite de un deporte, mantenerse lo es más que difícil y hay muchos chavales que se agobian en esa situación porque incluso ni siquiera pueden utilizar el teléfono móvil como cuando eran menos conocidos".
Su trabajo de coaching "tiene que ver con saber gestionar cosas como esas" y a la vez "para que los chavales de veinte años sean también lo más parecido posible a los chicos de su edad, porque si solo se centran en competir eso explota por algún lado" y es el motivo por el que truncan algunas carreras que parecían llamadas a ser brillantes.
EL PAPEL DECISIVO DE LAS FAMILIAS
Es algo que se ha encontrado en el fútbol de alto nivel "en el que se generan grandes expectativas en algunos chicos jóvenes y se les presiona incluso desde sus propias familias".
Ese es precisamente uno de los puntos fuertes en los que, considera, se ha apoyado Alcaraz "una familia que ha hecho bien las cosas con él" y que de forma espontánea "ha tenido un comportamiento que en otros casos hay que trabajar con especialistas".
De hecho cree que "los padres deben formarse más para ayudar a sus hijos a ser deportistas, para darles habilidades y motivarles de la forma correcta y que eso les lleve a sacar su máximo rendimiento" algo que "es especialmente importante en la adolescencia de los chicos y cuando las chicas empiezan a cambiar hormonalmente".
"Lo que pueden representar los padres lo vemos claramente al comparar cómo actúan y se expresan los de Alcaraz y cómo lo hacen algunos en los campos de fútbol base, en donde solo buscan repercusión ya en categorías muy pequeñas, es un deporte que en ese sentido está desmadrado", explica este coach, que también trabaja con clubes y futbolistas profesionales.
Reconoce que "en los deportes individuales se trabaja de otra forma" pero "más allá de las entidades, las familias deben asumir que hay que hacer las formas correctamente y que los padres deben ser eso, padres y no managers, y comprender en vez de presionar", concluye Álvarez Campillo.
