La Inmaculada que el Ayuntamiento encargó a Juan Valdés y Francisco Parra en agosto de 2005 –con Pilar Sánchez en la Alcaldía y Pedro Pacheco en la Delegación de Urbanismo- ocupará finalmente un espacio en la vía pública, según ha avanzado el Gobierno local a través de una nota de prensa.
La imagen, que permanece en dependencias municipales desde mayo de 2014, “se encuentra cubierta por un grueso estrato de suciedad que está afectando a la descomposición del bronce”, acelerando su “deterioro”.
De modo que inicialmente se va a acometer un trabajo de limpieza, procediéndose a continuación a igualar la pátina original, para después aplicar un tratamiento de inhibición que evite la desmineralización y oxidación del material.
El teniente de alcaldesa de Servicios Públicos, Jaime Espinar, ha asegurado que el Ayuntamiento “trabaja junto con el Obispado” en la restauración del conjunto, así como en su posterior “exposición en un espacio público de la ciudad”.
La idea de erigir un monumento dedicado a la Inmaculada Concepción partió en 1994 del capuchino fray Antonio Ruiz de Castroviejo, pero no llegó a materializarse hasta que el Ayuntamiento la hizo suya coincidiendo con el 150 aniversario del dogma inmaculista.
La imagen está realizada en bronce, pesa 1.500 kilos y mide 3,5 metros de altura, rondando el coste de la obra unos 400.000 euros. En principio se dispuso que la escultura presidiera la plaza del Arroyo sobre un pedestal de alrededor de doce metros de altura.