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Desde la Bahía

La primera efeméride de diciembre

Pero el pueblo valenciano no olvidará esta fecha (2024), ni la ineficacia a pesar de tanta electrónica y tantos adelantos técnicos (...)

Publicado: 01/12/2024 ·
17:04
· Actualizado: 01/12/2024 · 17:04
Autor

José Chamorro López

José Chamorro López es un médico especialista en Medicina Interna radicado en San Fernando

Desde la Bahía

El blog Desde la Bahía trata todo tipo de temas de actualidad desde una óptica humanista

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Diciembre señala un fin. El año se acaba. El año muere, a diferencia del ser humano, sin la esperanza de volver. La razón nos hace sensitivos, pero el calendario, aún falto de razón, no está exento de afligirse y comienza a sentir que no ha conseguido el fin que se proponía, la alabanza final a una labor bien realizada. Pero comprueba cómo el ser humano, con su continuo deseo de cambio y su esclava sumisión a aumentar los valores materiales de una civilización que siendo absurda en sus principios y en su situación cultural, sin embargo vive saturada de “móviles” (y demás adelantos técnicos) que se han convertido en una parte esencial de nuestra vida diaria. El problema surge y es de suma importancia porque estas “maquinitas” nos llevan a “aprender sin pensar” la forma más severa de inutilidad que puede elegir una persona e inicio de la doblegada sumisión a la inteligencia artificial, que comienza a considerarse como sustituto, sobrepasándolos del hombre y la mujer actuales, que ahora ponen sus esperanzas en el nuevo año. Como algo que sin poder predecirlo le va a consolidar una vida mejor y el año que ahora se consume queda en plano inferior, donde el desgaste del tiempo hará el olvido.

Pero el pueblo valenciano no olvidará esta fecha (2024), ni la ineficacia a pesar de tanta electrónica y tantos adelantos técnicos mostrada por aquellos que debían, antes de aceptar cargos, de aprender y pensar, y no aparecer como ineptos. Lo importante no es “el quién”, sino cómo la sociedad permite tan ínfimos dirigentes. El olvido de lo ocurrido no será posible.

Si nos preguntamos qué es el tiempo, las respuestas serán muy diferentes ya sea desde el punto de vista de la física, la mecánica cuántica, la teoría de la relatividad o desde la filosofía. Últimamente los físicos haciéndose eco de las tradiciones milenarias de los filósofos dicen que el tiempo es una creación de la mente y Einstein y su teoría de la relatividad nos afirma que no es algo absoluto e independiente, sino que depende de la perspectiva y del movimiento relativo de los objetos. Pero el ciudadano de a pie, que no marcha en el autobús de estas ciencias específicas, ha aprendido muy bien a saber medir el tiempo, dejando aparte la problemática científica y ello le hace ver cómo nos adentramos en el último mes del año, tan alegre como controvertido, tan fraterno como enfrentado.

En el año de 1978, los Reyes Magos adelantaron su viaje para traerle al pueblo español el regalo que ansiosamente durante varias décadas esperaba: La Carta Magna, La Constitución Española. El referéndum del 6 de diciembre consiguió finalmente que fuéramos un Estado democrático y de Derecho estable. Fiesta Nacional, firme pilar que unido al de otra fiesta día de la Inmaculada Concepción conforman el codiciado “puente de la Inmaculada” tan soñado por los que ven en el descanso y el ocio, la puerta abierta a la felicidad.

Los referéndum y los regalos navideños no son un engaño porque ambos tienen clara realidad. Lo que sí es un fraude es el creernos que estábamos preparados para recibir semejantes dádivas. No había el suficiente sentimiento de fraternización por aquel entonces y sigue sin haberlo. Venganzas, odios, resentimientos y memorias distorsionadas son las “DANAS” que ahogan nuestro valores éticos y morales, si es que aún los tenemos. Nos falta cultura. Algunos dirán “es que no nos la transmitieron”, pero hay que recordar que la cultura no se transmite, se adquiere y se incorpora a nuestra vida con el estudio, el esfuerzo y el deseo de superación nacido fuera de las “malas entrañas”. Esas que no han evitado que los acontecimientos que nos llevaron a enfrentarnos trágicamente, sigan reproduciéndose, que la mejor defensa siga siendo la ofensa, y que no nos deshagamos del miedo que continúa doblando esquinas y pisando el asfalto. Se ha mejorado el concepto de mentir, porque hay algo peor que esto y es el decir verdades que no se sienten, pierden su utilidad y adquieren valor de fraude eludiendo las disposiciones legales.

Ahora la Constitución tras cuarenta y seis años de supervivencia es una decrépita anciana que se deja ver los días seis de diciembre, para contar sus “batallitas” y enseñar los orificios de los disparos en su cúpula - disminuidos desde las famosas goteras del 2013 - pero entristecida, porque ya ni acredita globalmente ser su forma de Estado una Monarquía Parlamentaria, ni el poder emana de   un pueblo forjado con sociedades “robustas” sino que predomina con un porcentaje inquietante, una masa mimada mediante subvenciones o dormida en brazos de ideales cada vez mas radicales. El Castellano está defenestrado como si de un guerrero traidor se tratara y la bandera nacional hay lugares en que el exhibirla es jugarse la integridad física. Ya no es aval este “PAPEL SUPREMO” de garantizar la propiedad y seguridad de sus individuos, ni la libertad y el respeto a las entidades encargadas de ello.

Queda claro y transparente, como el cristal de Murano, que precisamos una nueva Constitución y también que se elija un gobierno - el que la libre voluntad de los votantes decida -que no se perciba tanto como el actual - agobiado además por presuntas corrupciones- que es señal del “buen hacer” y no sería arriesgado añadir a la Carta Magna un nuevo artículo donde se indique con carácter inapelable, que “no se debe obedecer a quién no tiene por su inepcia, capacidad, ni derecho a mandar”. Ni un frente popular, ni ningún movimiento nacional, dictatorial e iluso salvador. La HISTORIA nos presenta como monárquicos, cuando se lee en su totalidad parlamentarios y tener primicia - aunque no fuera la primera - entre las Constituciones de los cinco continentes. Respetémosla, es tan fácil, solo hace falta cultura, esfuerzo y trabajo, y la fraternización de los individuos caerá por su propio peso. 

 

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