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Curioso Empedernido

Bobadas y naderías

Hay quienes son especialistas en decir fantochadas y memeces, y en cada acto, en cada conversación, en cada gesto no pierden la ocasión de demostrarlo

Publicado: 26/12/2024 ·
11:22
· Actualizado: 26/12/2024 · 11:22
Autor

Juan Antonio Palacios

Juan Antonio Palacios es observador de la conducta humana, analista de la realidad y creador de personajes literarios

Curioso Empedernido

Curioso empedernido. Curioso de las tres pes, por psicología, la política y el periodismo, y alérgico a las fronteras y murallas

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En todos los sectores sociales y profesionales podemos asistir al espectáculo de escuchar bobadas y tonterías. Hablan , hablan y hablan pero no dicen ni comunican nada. Solo nos calientan la cabeza y nos hacen perder el tiempo entre necedades y estupideces.

Enterados e ilustrados en lo insustancial y de intervenir a destiempo, con las palabras más inconvenientes en los momentos más inoportunos y repletos de arrebatos y disparates. Suelen aparecer como defensores de una realidad en la que no creen, y de la que en el colmo del descaro solo pretenden sacar el máximo provecho.

Aparentan sacrificarse y sufrir demasiado como defensores de una realidad que ignoran, y por la que aparentan sufrir demasiado, cuando son el instrumento de sus beneficios y constantemente parecen estar trabajando en lo que permanentemente están ocupados, en gansadas y majaderías.

Entre bobadas y naderías, su única pasión son ellos mismos, su fanatismo y su fundamentalismo estéril, les hace caer en ocasiones en la obscenidad y la inmoralidad del ejercicio de sus funciones, e incapaces de romper su mismidad no reconocen a los demás.

Tienen la tentación de silenciar, otras voces y otras palabras, esas que no les aplauden y halagan, aquellas que osan oponerse a sus caprichos y continuamente andan amenazando y recordándoles a los demás que jamás llegaran a sus niveles de excelencia y que si son malos serán castigados.

Creen que ellos y sólo ellos son la realidad y la única verdad, y cuando las circunstancias les obligan a cambiar sus intenciones o modificar sus objetivos, caminan sin rumbo ni concierto , recogiendo las tempestades de aquellos vientos que han sembrado.

Más temprano que tarde, dan su verdadera cara y los demás terminan descubriendo el engaño, y todo se les viene abajo, y vamos descubriendo los siervos y fieles al son de las tintineantes monedas, los arribistas, los mercenarios, los especuladores y todos aquellos que se engolan en un lenguaje que aparenta solemnidad, pero solo es una forma de esconder las tontadas y vaciedades que realmente pronuncian.

Ambicionan obtener los mayores beneficios, aunque con ello, tengan que vender su alma al mejor postor, y son criaturas demoniacas con aspecto angelical capaces de transformarse en cada momento, según el ritmo que marca el que decide y paga, y pierden la dignidad al olvidar aquello que dijo Alejandro Dumas sobre el dinero “es un buen servidor y malamo”.

Hay quienes son especialistas en decir fantochadas y memeces, y en cada acto, en cada conversación, en cada gesto no pierden la ocasión de demostrarlo y por mucho disfraz y maquillaje que se coloquen encima, como bien dice el refrán “el hábito no hace al monje” y aunque “la mona se vista de seda , mona se queda”

En ocasiones en esta sociedad del ruido, entre tantos focos, aduladores y vestuarios, pueden conseguir por algún momento dar el pego a quienes no son como ellos, y lo que nos muestran es pura fachada, pero cuando escarbamos con cuidado y detenimiento, nos damos cuenta que no pueden esconder quienes realmente son por mucho que se empeñen.

Lo más indignante es como para toda caravana hay acompañantes, y para todo circo aplaudidores a sueldo, que se prestan al juego de mantener ese tipo de personajes que por mucho que parloteen no dicen nada de nada. Tal vez será porque son más manejables o quizás porque comparten mucho de sus formas y demasiado de la ausencia de sus fondos. 

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