El festival abandona así los trasnochados nombres que encabezaron su último cartel -Kasabian, The Prodigy, entre otros- y sube nuevamente en lanzaderas de la discografía alternativa, como The Strokes, Arctic Monkeys o Arcade Fire, para recuperar la afluencia perdida y sanar su prestigio.
Después de la edición de 2009, en la que se batió el récord de asistencia rozando las 200.000 personas gracias a grupos de la dimensión de Oasis, la de 2010 se despidió de una media de 17.000 "fibers" al día y alentó las dudas sobre los criterios cualitativos que han sostenido este certamen durante sus 17 años de historia.
"No todos los años se puede conseguir a los artistas que quieres, porque no están siempre disponibles", justificó entonces el director del FIB, el promotor inglés Vince Power, quien no obstante consideró que su nueva adquisición seguía gozando de "buena salud".
Verdad o no, lo cierto es que el cartel de 2010 -con la honrosa excepción de Gorillaz- ocupó un segundo plano en los argumentos que justifican un gasto de 170 euros por el abono de cuatro días, cediendo su posición a otros atractivos lúdico-sociales que caracterizan esta cita bajo el sol de la Costa de Azahar.
Este año, acuciado por su propia leyenda y por la competencia de otros festivales como el Primavera Sound o el Bilbao BBK Live Festival, el FIB vuelve a golpear fuerte para reivindicar su pasado y cimentar el futuro, siempre que el modelo de "macrocitas" musicales siga teniendo el soporte de la industria y el público.
De momento, una realidad que no se dio el pasado año: los 40.000 abonos con derecho a acampada gratuita se agotaron el pasado mes de mayo, señal que suele anticipar una avalancha de "fibers".
La pinta "musical" del festival es bien distinta. Hay cuatro cabezas de cartel netamente definidos -los tres citados anteriormente y The Streets-, y alguno que incluso podría suplantarles en primera línea por su relevancia en la construcción del sonido de vanguardia, como Portishead.
Esta vez, los subalternos del escenario Maravillas -rebautizado tras el abandono de Heineken- no son desconocidos. Todo lo contrario, algunos pelean en las listas más comerciales (Brandon Flowers o Paolo Nutini), otros forman parte de la historia del rock contemporáneo (Primal Scream o Elbow) y los que menos colorean la escena alternativa española, como Russian Red o Lory Mayers.
La famosa segunda línea del FIB, conocida por aportar la verdadera nota de calidad, incluye nombres como The Paris Riots, Beirut, o Tinie Tempah, y también una sorpresa: Julieta Venegas, actuación que ha suscitado una avalancha de críticas a través de las redes sociales y que ha obligado incluso a la artista a excusarse antes de tocar.
En todos y cada uno de estos planos, en todos los escenarios, desde primeras horas de la tarde y hasta casi el amanecer, la música electrónica, en directo (Pendulum, Jack Beats) o reproducida a través de una larguísima lista de pinchadiscos.
Todo listo para una nueva edición del festival más importante de España y uno de los más reconocidos a nivel internacional, que dará su pistoletazo de salida mañana con la vista puesta en la música y en sus números