La muestra recoge la obra del artista japonés afincado en la Alpujarra granadina, lugar donde residió desde 1986 hasta poco antes de su fallecimiento en 2003 que se produjo en Tokio.
Sus cuadros retratan la Alpujarra más auténtica. En ellos está escondida la verdadera razón por la que un nipón de la provincia de Iwate decide residir en la comarca alpujarreña. La paz y la tranquilidad de la zona le embaucaron.
La vida no fue precisamente fácil para Shu Ichimura. Nació en 1931 en Marioka, ciudad que fue destruida por las tropas norteamericanas unos meses antes del bombardeo de Hiroshima y Nagasaki.
Después de sus primeras incursiones en el mundo creativo y de dar clases con artistas vanguardistas, entre 1951 y 1968 participa en cinco exposiciones colectivas. Ichimura aprende las técnicas de los tintes y la cerámica y hace de la decoración floral el centro de sus creaciones. También expone pintura abstracta al óleo y mosaicos.
Animado por el Sr. Issotei, en cuya galería había expuesto y por sus deseos de conocer, aprender y evolucionar, viaja por casi toda Europa (Francia, Unión Soviética, Italia, Polonia, Austria y España) estudiando la pintura de los clásicos y, en Barcelona, los mosaicos de Gaudí.
En 1972 expone en la Galería Guendai, cuyo director era el famoso escritor japonés Thoru Sunouchi.
Tras varios viajes a España entre 1975 y 1986, expone en la Galería Al-Ándalus de Granada, entre otras. Después de una serie de estancias más o menos prolongadas en la región, va creciendo cada vez su amor por Andalucía en todas sus expresiones artísticas: El baile, la música, el clima, el cielo, las casas blancas y, sobre todo, la luz.
Francisco Pérez Nevot mantiene una exposición permanente de la obra de Shu Ichimura, compuesta por acuarelas y óleos en Galerías Poqueira (Capileira).
