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Coldplay triunfa bajo la lluvia en Las Ventas

Y al final llovió. Poco, pero llovió. No lo suficiente como para empañar la propuesta colorista y grafitera de unos Coldplay globales

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  • Coldplay. -
Y al final llovió. Poco, pero llovió. No lo suficiente como para empañar la propuesta colorista y grafitera de unos Coldplay globales, pero el cielo se abrió. Desde Madrid hasta el resto del mundo en directo vía Youtube, por obra y gracia de Anton Corbijn para los que no estuvieran en el coso madrileño. En total fue poco más de hora y media en la que Chris Martin y los suyos presentaron su quinto álbum de estudio, Mylo Xyloto, y reclamaron su liderazgo con un infalible y eufórico pop de estadio del siglo XXI.

Amados y odiados a partes iguales, es en directo donde las canciones de Coldplay crecen musculosas y hacen sentir que los problemas puntuales son insignificantes. Porque durante los noventa minutos que dura un concierto miles de personas entran en las urgencias de los hospitales sin saber qué será de ellos, miles de parejas rompen, miles de empleos se pierden y miles de personas mueren.


Al mismo tiempo, durante esas mismas dos horas también miles de bebés nacen, miles de parejas se abrazan y miles de personas celebran sus cumpleaños con Fantas, gusanitos rojos y canciones. Y ahí es exactamente, en la luminosidad y la esperanza, donde la épica de Coldplay entra a todo trapo para encarar la vida juntos, emocionados y coreando con los brazos en alto. Viva la Vida.

Comenzó la noche con el ubicuo Mario Vaquerizo dando la bienvenida al personal cual Lina Morgan melenuda embutida en cuero, dando paso a un interminable video de los cuatro Coldplay charlando con Anton Corbijn. Una vez superados ambos trámites, Hurts Like Heaven, Yellow, In My Place, Major Minus, Lost y The Scientist.

Para entonces el público, luciendo chubasquero o paraguas en mano, andaba ya entregado a la causa coreando cualquier cosa, alzando sus brazos, sonriendo, abrazándose, brindando. Una spider cam sobrevuela las cabezas de las primeras filas mientras Chris pregunta si "hay alguien ahí" y se disculpa por su "fucking terrible spanish". Muchos clichés rockeros, efectivos todos ellos.

Con un sonido notable, suenan también Violet Hill, God Put a Smile Upon Your Face y Paradise (con su aura a Roxette y sus coros en plan David Bisbal). Es entonces turno para un breve set acústico en el centro de la arena, pero sin solución de continuidad vuelve la maquinaria a plomo con Charlie Brown, Politik y Viva la Vida, tema mega épico que pone Las Ventas del revés gracias al empuje de un público que siempre está dispuesto a dar un poquito más.

En la pausa para los bises siempre hay tiempo para debatir sobre U2 y las posibilidades reales que tienen estos cuatro chicos de ocupar su lugar. No será por ahora, pues Bono y compañía no están tan despistados, pero el run run es cierto que cada vez es más potente. Al final es el típico secreto a voces, pero también es verdad que el momento no termina de llegar.

Lo que sí llega es un tramo final infalible con Clocks y Fix You. La gente de detrás del escenario sigue bailando más, mucho más, que el resto de la grada. Chris Martin pinta Madrid con un corazón en el punto de la letra i. Perfectamente calculado, es entonces cuando suena Every Teardrop is a Waterfall y se acaban las polémicas sobre el Ritmo de la Noche. Los 17.000 asistentes mueven las caderas sin prejuicios ni reproches.

Y siguen moviéndolas mientras Chris Martin, Will Champion, Jonny Buckland y Guy Berryman se marchan para no volver. Un concierto efectivo y bombástico. Corto también. Le faltaron al menos dos canciones para ser tan redondo como el ruedo de Las Ventas. Pero el público, voluntarioso, eufórico y emocionado, no tuvo mayor problema y volvió a poner su parte. Los coros épicos de Viva la Vida aún resuenan por los pasillos del coso madrileño.

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