Alrededor de 1.900 aves acuáticas de 44 especies diferentes se vieron afectadas durante el 2011 por enfermedades asociadas al secado de la marisma (cianobacterias y botulismo) en el Espacio Natural de Doñana, de las cuales 1.441 se encontraron ya muertas y 448 se recogieron aún vivas.
Del total, alrededor de 860, se localizaron en la zona del Parque Natural y el resto en el Parque Nacional, un número menor al del 2010 debido al menor nivel de precipitaciones que se registró en la época de lluvias, según los datos del Espacio Natural de Doñana.
Del total de especies que se han visto afectadas, se destacan, por su grado de amenaza, tres cercetas pardillas, 19 gaviotas picofinas y 110 espátulas; si bien por volumen de afectación destacan la garceta común con 299 ejemplares; la gaviota reidora con 297, el morito con 249, la gaviota patiamarilla con 158 o la focha común con 159 ejemplares.
Por otra parte, en las instalaciones del Acebuche ingresaron 96 ejemplares procedentes de estas mortandades, que son en algunos casos recuperados y reintroducidos al medio, en otros casos sirven para la toma de muestras y otros finalmente mueren y son incinerados.
Los resultados obtenidos de las distintas muestras confirmaron las muertes por anoxia/intoxicación aguda debido a concentraciones elevadas de algas cianobacterias y toxina botulínica.
Y es que, anualmente, a consecuencia del secado de la marisma se produce la eutrofización natural de aguas someras y proliferación de bacterias tóxicas y algas, que provoca mortandades recurrentes en las poblaciones de avifauna.
La respuesta y la prevención de las afecciones más cuantiosas se realizan por la Red de alerta temprana de cianobacterias del Espacio Natural de Doñana, en funcionamiento desde 2007, con la presencia de medios propios del Espacio, personal del la EBD y participación universitaria en distintas fases.
Según el procedimiento que se sigue, las muestras de agua son recogidas -con una periodicidad establecida- en distintos puntos distribuidos por los humedales del Espacio Natural escogidos según el nivel de agua y la posibilidad de presencia de cianobacterias, y se envían para su análisis a la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, desde donde se establece el nivel de alerta para cada punto.