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¿Ponen las empresas fecha de caducidad a los productos electrónicos?

Usuarios algecireños dan cuenta de aparatos que ‘mueren’ días después de agotar la garantía. La batería suele ser el primer producto que empieza a fallar

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  • Cambiar la batería del móvil, o el propio teléfono cuando empieza a apagarse solo, casos frecuentes. -

¿Quién no ha escuchado alguna vez esa expresión de que “los cacharros de ahora no duran como los de antes”?. No es una sospecha infundada, según la Oficina Municipal de Información al Consumidor (OMIC) de La Línea, que afirmó sin tapujos en un informe que “es evidente que las empresas cada vez acortan más la vida de sus productos”.

En este caso, se refieren al término conocido como la obsolescencia planificada, es decir, “el progresivo acortamiento de la vida de un producto con el fin de convertirlo en un objeto casi de usar y tirar”.

Pocos bienes de consumo modernos se libran de este fenómeno. No hay más que pensar en la duración media de un coche utilitario hoy y hace 20 años. Muchos jóvenes que han crecido entre las décadas de los 80 y 90 han conocido el mismo vehículo de sus padres durante toda su infancia, y en su juventud han tenido ya que cambiar de coche una o dos veces.

Lo que más rabia suele dar es la oportuna aparición de averías poco después de cumplirse la garantía. La vecina de Algeciras Ángeles Gutiérrez lo comprobó en primera persona: “Tenía una nevera que me costó 1.300 euros, la cual contaba con dos años de garantía. A los dos años y cinco días empezó a escucharse un ruido y se trataba de una avería importante. En aquel momento, pudimos arreglarlo de manera casera, pero después de cuatro o cinco meses tuvimos que desecharla”.

Un caso muy parecido le ocurrió al vigilante de seguridad Jesús Martínez, quien hace cosa de dos años instaló un termo de butano, y recién acabada la garantía “nos dimos cuenta de que ya no saltaba el agua caliente”. Fue necesario llamar al técnico y hubo que pagar la factura.

Siempre la misma avería
Un caso muy común es la aparición de una avería durante el periodo de garantía, en el que la pieza se sustituye y vuelve a dar problemas al cabo de un tiempo, en ocasiones ya fuera del plazo.

Esto le ocurrió a Ismael Gutiérrez, ingeniero que en su momento compró un televisor de plasma de 40 pulgadas “que tenía mal diseñados dos condensadores”.

Cada vez que esta pieza se averiaba, el servicio técnico volvía a sustituirla por otra nueva con el mismo problema de base. “A la tercera vez, acabé regalándole el televisor a un técnico amigo mío”, comentó.

Las vitrocerámicas suelen ser electrodomésticos que tampoco resisten bien el paso del tiempo, como comprobó Marina Traverso: “A los cinco años tuve que sustituirla. Empieza a ir un fuego mal y luego le siguen los demás. Ahora, la nueva está también empezando a fallar”, se lamentó.

El informe de la OMIC linense detalla que, en el mundo de la electrónica, “la batería es uno de los mejores candidatos para estropearse. En móviles y ordenadores, son los productos que más reemplazamos”, incidieron.

La OMIC llegó a afirmar que “desde su fabricación, se puede programar una obsolescencia progresiva de tal manera que cuando el aparato llegue al límite empiece a funcionar con una tasa de fallos más elevada”. El fabricante puede determinar el número de horas que el producto debe funcionar”, manifestaron.

Para la OMIC, el principal problema de estas prácticas de las empresas es el daño al medio ambiente. “Cada producto que se vuelve obsoleto implica contaminación”. 

Recordaron que en el planeta hay más de siete mil millones de habitantes. De los 2,5 millones de toneladas de plomo que se generan anualmente, el 75% sirve para la fabricación de baterías.

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