La polémica sobre el tranvía y las relaciones de la Consejería de Fomento conel Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) y Renfe no va a pasar de un tira y afloja entre los representantes de administtraciones de distinto signo político.
No es nada nuevo. Es más, es lo natural, dada la proverbial habilidad de los políticos para crear problemas con los que tapar su ineficacia o, sencillamente, para entretenerse y justificar sus sueldos encontrando para ellos una solución que generalmente es manifiestamente mejorable.
¿Quién miente en el supuesto problema del paso del tren tranvía por las vías de Renfe para llegar a Cádiz? Posiblemente ni la consejera de Fomento, Elena Cortés, ni el presidente del PP de Cádiz, Antonio Sanz, lo que da pie a formular otra pregunta. ¿Quién no está diciendo toda la verdad sobre el problema, en el caso de que tal problema exista?
No habrá respuesta a ninguna de las dos preguntas, pero los hechos están sobre la mesa y han ido siendo conocidos por los ciudadanos, a toro pasado, para que cada uno saque sus conclusiones.
Las obras se iban a hacer por tramos de 120 metros para no molestar y no comenzaría el siguiente tramo hasta estar terminado el anterior. El tramo urbano de San Fernando iba a estar terminado en 2010 para que luciera en el Bicentenario y sólo estuvo terminado un trozo para que pasara el coche del Rey.
Las calles perpendiculares hasta la primera paralela se iban a peatonalizar previa remodelación con cargo a la Junta. La construcción de un aparcamiento en la Magdalena iba a ser un factor disuasorio para el tráfico, a la vez que el Ayuntamiento iba a construir cinco aparcamientos subterráneos en el centro.
Las obras se hicieron sin proyecto previo y obligatorio y fueron paralizadas y los coches que se utilizarán son prototipos que están en ello, pero no han conseguido todavía la homologación para circular por las vías de Renfe... Esos son los mimbres. Cada cual haga su cesto.