El sanluqueño Francisco Javier P. F. tardará mucho tiempo en olvidar el incidente en el que se vio inmerso en la Avenida V Centenario. Según su versión, conducía su vehículo cuando se tuvo que detener en el semáforo que se encontraba en las inmediaciones de la Plaza del Pradillo. Asegura que un vendedor ambulante de pañuelos de papel de raza negra le venía amenazando desde hace dos años. Aunque llegó el momento de máxima tensión. Da a conocer que volvió a redcibir insultos, se bajó del coche y fue cuando “recibo un escupitazo, le doy un puñetazo porque pierdo lo nervios y me da un mordisco en el costado. En ese momento fue cuando le empiezo a golpear y se produce una pelea”.
El resultado de la trifulca fue que ambos terminaron en un juicio y que Francisco Javier P. F. hará frente a una sanción por una pelea en vía pública. El sanluqueño tiene las secuelas de haber recibido un bocado en el costado derecho. Terminó en el Hospital porque “no me quedé tranquilo y decidí que me hicieran las pruebas del sida y de la hepatitis. Quiero estar tranquilo y más porque no esperaba esta reacción”.
Tras el incidente, la Policía Nacional, así como personas que se encontraban en el lugar, tuvieron que intervenir para evitar males mayores, incluso “un compañero del vendedor de pañuelos de papel, que intervino para pacificar”. Lamenta que “he salido perjudicado económicamente cuando he sido provocado. Dudo que él pague porque me imagino que puede ser insolvente y así nos va a todos”.
Es contundente al resaltar que “no se puede soportar el acoso que se sufre en ocasiones junto a los semáforos por la venta de pañuelos de papeles y el comportamiento agresivo de cierto tipo de personas”.
Añade que “conozco a personas, amigos míos, que o bien cierran las ventanillas de sus coches o deciden cambiar de itinerario. Me pregunto si están legalizadoa o tienen papeles. Todas las mañanas veo a esa persona que me mordió y tengo que aguantarme. Reconozco que aquel día me alteré pero fue porque me vi el costado lleno de sangre y con las marcas de los dientes en la piel. Por eso me pregunto que si se persigue la venta ilegal, ¿esta gente lo son con los pañuelos?. Pido que alguien me lo confirme. Yo sigo con el recuerdo del bocado”.
El vendedor de pañuelos de papel también decidió denunciar al ciudadano sanluqueño.