Tras más de un año haciendo círculos sobre su cabeza al fin el dedo divino de Mariano bajó parsimonioso para posarse sobre la inmaculada frente de Juan Manuel Moreno, malagueño de 43 años e integrante de la misma corriente por donde circulan Sáenz de Santamaría, Arenas, Moragas, Antonio Sanz o Bendodo y que han disputado y ganado el poder orgánico andaluz a los Zoido, José Luis Sanz y, sobre todo, a una Cospedal que, como los otros dos, sale muy tocada de este lance.
No creo que ninguno de los tres imaginara salir tan dañado de este enfrentamiento interno y que públicamente harían el papelón que han hecho, ellos y todos aquellos que les han animado a postularse para la sucesión en un partido que estatutariamente designa a sus líderes a golpe de índice. El PSOE lo hace exactamente igual, conste, pero lo camufla todo tras un sistema asambleario donde públicamente se tortean para al final proclamar a quien desde un principio se sabía iba a ser designado, de hecho en la sucesión de Susana Díaz también existió el divino dedo de Griñán por mucho que hablaran de procesos democráticos, de primarias y demás contubernios múltiples.
Dedos que determinan líneas de sucesión. ¿Está mal eso? Bueno, si su militancia lo acepta no hay mucho que objetar y, añado, al menos en el caso del PP reconocen abiertamente que la suya es decisión personal de Rajoy. En todo caso, a la trianera Susana Díaz, que tiene encuestas que le dicen que al tiempo que baja su marca política, PSOE, sube la suya personal como la espuma, le han colocado enfrente a un malagueño de su generación, solo tres años mayor, bien formado, con presencia, limpio de pasado político, descendiente de emigrantes y jornaleros y ya les vale lo rápido que han vendido estas dos ideas en esta nuestra Andalucía del terruño.
No parece mal candidato en principio, todo lo contrario, otra cosa es cuál va a ser el discurso político al que se abrace, si se alejará, como creo debería, de la línea del enfrentamiento, los EREs y el trazado político que ha distinguido al PP los últimos años y cuyo fruto electoral no ha sido el esperado, cuál va a ser el equipo de trabajo con el que se rodee y cuál su estrategia para medirse a una Susana Díaz que hoy surfea espléndida sobre la cresta de la ola, ha cogido el ritmo político a la perfección, está abrazada a un discurso conveniente, cercano y claro y se ha hecho en nada con todas las riendas del poder tanto en el gobierno autonómico como orgánico; además, trabaja como una lima. Eso sí, aún no ha tenido ningún revés serio y habrá que ver cómo conduce cuando vengan curvas, que llegarán.
La otra cara de la moneda en esta larga historia la ponen Zoido y José Luis Sanz, que imagino en los últimos días se han venido acordando de los señores familiares de mucha gente de su amado y nunca bien ponderado, por decir algo, partido. Vaya ridículo. El primer error fue colocar a un alcalde de Sevilla como líder autonómico porque quien conoce esta comunidad sabe que el sevillanismo no es una buena carta de presentación para el resto de Andalucía, pero él aceptó por hacerle un favor al partido, por expreso deseo de Cospedal en la batalla interna contra Arenas, de quien se separó a pesar de ser muy cercano antes y ante el que ahora, para su sorpresa, sucumbe.
Como lo hace José Luis Sanz, muy enfrentado al de Olvera desde que hace años le pidiera la secretaría general y Arenas se la negara porque, le dijo, no le daba el perfil y para el cargo nombrara a Antonio Sanz, su Antonio, mandando a José Luis al destierro de Tomares. Desde entonces se la tiene jurada y ahora ha querido cobrar cuentas pendientes, pero Arenas se distingue por saber manejar bien el tono de susurro en torno al oído de Mariano y el cultivo de buenas confianzas con pesos pesados del gobierno y, una vez más, eso le ha bastado para ganarle la partida a Cospe.
Juan Manuel Moreno es muy suyo, otra cosa es que los pupilatos en política tienen ciertas tendencias a independizarse como en tantas ocasiones ha sucedido, de hecho en esta historia de venganzas muchos eran de unos y terminaron siendo de otros. La fidelidad en la materia cotiza a la baja.
El relevo. Independientemente de todo, destaco el cambio generacional que se está produciendo en la política andaluza y que se visualizará en los carteles electorales de las próximas elecciones autonómicas y que, insisto, creo serán adelantadas por Susana Díaz porque a ella esto le vendría bien. Quizás pretenda agotar, pero me cuesta creer que quiera medirse a urnas tras tres procesos electorales como son europeas, municipales y generales cuando la marca Susana Díaz vive precisamente su mejor momento ahora. Veremos.
En todo caso, la política andaluza está sufriendo hoy un relevo generacional que la lleva a ser liderada por personas que rondan los cuarenta años, como son la propia Susana Díaz (1974, PSOE), Juan Manuel Moreno (1970, PP), Antonio Maíllo (1966, IU), Antonio Jesús Ruiz (1973, PA) o Martín de la Herrán (1976, UPyD).
A mi modo de ver, eso es bueno, gente nueva, andaluces con ganas de construir futuro, cada uno desde su percepción política de las cosas, sin mochilas pesadas que les hagan caminar lentos, quizás tampoco sin la base ideológica que distinguió a aquellas generaciones que hoy les pasan el testigo y que se cultivaron en la transición o incluso antes, pero en todo caso preparados y capacitados para aportar cada uno lo suyo en ese objetivo común que es hacer de esta tierra un sitio mejor para ceder a quienes hoy llenan los centros educativos, públicos y privados, andaluces.
El futuro no va a ser fácil para nadie y más vale que todos tomen conciencia de ello para, en lo posible, sean capaces de remar a compás. Difícil, pero más de un millón de desempleados lo piden a gritos. Hoy este tablero político andaluz tiene piezas nuevas, relucientes, intactas, renovadas, tal vez por ello haya llegado la hora de que comience una partida nueva acorde a los nuevos tiempos que, no lo duden, están por venir. Y el futuro es, como el campo, para quien se lo trabaja. Opino.