Estudió Bellas Artes y se especializó en grabado, junto con su pareja, Sara Fornell y ahora se dedican a dejar huellas de su arte en la piel de las personas. Algo que tiene un plus de satisfacción porque el o la que sale de sus manos llevará su sello toda la vida, o al menos durante muchos años en función de lo que avancen las técnicas para eliminar tatuajes. Antonio responde a las preguntas mientras Sara se concentra en su trabajo.
—Cuando alguien se pone en sus manos obtiene de ustedes un valor añadido. Es como decir que ya que lo van a tunear, al menos que lo tunee un artista. Y con la licenciatura de Bellas Artes.
—La preparación previa a ejercer como tatuador nos ha servido de mucho. Es una buena base a la hora de afrontar los diseños para el cliente porque cada cliente es un mundo. Siempre te van pidiendo algo más, algo distinto, algo que pueda superar sus expectativas. Nosotros primero nos centramos en el diseño. Luego el proceso de tatuaje requiere más especialización, cada piel es distinta, cada cliente es distinto, la tinta nunca se va a ver igual en una piel morena que en una piel blanca… Pero nosotros damos mucha importancia a lo que es el proceso previo, que cada cliente pueda ver plasmado en el diseño que se va a tatuar todo lo que quiere.
—Cualquier persona que se dedique al tatuaje puede tener una serie de bocetos entre los que elige quien se va a tatuar, pero en este caso es personalizado. Tú como artista también tienes la psicología suficiente para ver al personaje que tienes delante.
—Poco a poco se van adquiriendo ciertas dotes de psicología. Llega el primer día y creías que el cliente iba a venir con las ideas muy claras pero te das cuenta que no, cada uno llega con alguna duda y tu trabajo consiste en buscar y encontrar lo que quiere el cliente. Tienes que pararte un poquito, hablar con el cliente, llegar a un acuerdo con él porque a veces cosas que se quiere plasmar sobre la piel es técnicamente imposible llevarlas a cabo… Hay que buscar un punto medio.
—Hay un conocimiento previo de tú a tú.
—Si quieres llegar a ese nivel de personalización, sí. Si quieres que el cliente esté conforme con todo lo que le están planteando en el diseño, que no sea un copia pega, tienes que trabajar para conseguir que el diseño sea el cien por cien lo que quiere el cliente. Muchas veces le proponemos que venga al cabo de unos días para ir viendo cómo avanza el proceso. Vamos diseñando para que el cliente vea cómo evoluciona el tatuaje hasta que esté conforme. Si hay que hacer algún tipo de cambio se hace. Antes de pinchar se puede hacer de todo. Una vez que el tatuaje esté en la piel poco se puede hacer.
—También llegará el que quiere que le tatúen el escudo del Madrid o el clásico “Te quiero, mamá”.
—Va por épocas. De unos años para acá hay diseños que se repiten continuamente. Pero cambian con el paso del tiempo, va por modas. Incluso los clásicos cambian estéticamente, clubes de fútbol, nombre de mi mascota… pero siempre está ahí.
—-¿El tatuaje se puede quitar?
—Hay procesos de eliminación. Se ha avanzado mucho en ese proceso pero es muy específico, muy especializado. Cada Comunidad Autónoma tiene una legislación específica, tanto para tatuaje como para eliminación láser, y en Andalucía hay que hacer un curso homologado. Pero se puede eliminar. En casos muy extremos que sean tatuajes muy grandes o muy oscuros, lo recomendable es llegar a apagar lo suficiente ese tatuaje para cubrirlo con otra cosa. Pero tatuajes pequeños, tatuajes más claritos se eliminan por completo, no dejan ningún tipo de marcas, pero que siempre lo haga personal especializado, que tenga una formación específica porque no deja de ser un láser y si no se hace bien puede haber problemas. Nosotros no tenemos ese equipo, pero sí hay en Jerez donde lo hacen bastante bien. Tienen ese tipo de maquinaria y esa formación.
—Pero la mejor opción es poner otro encima…
—Es difícil decir sí o no. Depende mucho de la pigmentación de cada cliente, del estado en que se encuentre el tatuaje… Hay algunos que sí se eliminan por completo y otros que son más complicados. Es cuestión de acudir al especialista y te va a recomendar qué es lo mejor para cada caso y para cada piel.
—Supongo que cuando llega una persona para tatuarse lo primero que le dirán es que quitárselo es algo muy complicado.
—Evidentemente. Hay cosas muy delicadas. Nombres de parejas, ciertas imágenes… Tenemos la obligación moral, no profesional, de avisar al cliente de que ciertas cosas pueden dar problemas el día de mañana. Ya hemos tenido esos casos de vuelta, gente que han decidido quitarse o taparse el nombre de una ex pareja o ciertas imágenes que al día de hoy pueden ser comprometidas. Lo primero que hacemos es tratar ese tema. Si el cliente insiste porque lo que quiere es eso, no hay problema. Se le hará el mejor diseño para cada caso, pero siempre tenemos esa precaución, entre otras cosas porque va en detrimento de nuestro propio trabajo. Si yo pongo todo mi interés en un diseño que el día de mañana puede ser borrado o tapado con otro diseño, a mí no me llena. Pero siempre intentamos llegar a un acuerdo con el cliente para ver qué tipo de diseño se adapta mejor en esos casos.
—Los diseños de partidos y signos políticos son peligrosos.
—No te voy a decir si por suerte o por desgracia, pero todavía no hemos tenido que tatuar uno. Rosas, sí, pero ningún símbolo especifico, ni religioso ni político. La gente, si te digo la verdad, busca hoy en día una cosa más estética, más lo que le gusta que lo que significa y ahí tenemos un poco más de suerte con lo que es la carrera nuestra, nos da más libertad.
—Internet ha abierto un mundo de posibilidades, la gente tiene acceso a otras muchas cosas y buscan arte en la piel…
—Es como todo. No era igual la forma de vestir de hace veinte años que al día de hoy y el tatuaje no deja de ser algo más en la vida de la persona. Es evidente que la apertura a las redes sociales, a poder ver por Internet o por la televisión programas enfocados al mundo del tatuaje ha hecho que la gente lo vea como algo más normal y sobre todo como algo estético, algo bonito que puedes lucir, que puedes enseñar. La gente puede enamorarse de tu tatuaje lo mismo que se puede enamorar de tu forma de vestir. Gracias a esa apertura el tatuaje está ganando bastante y al día de hoy es tan grande el abanico que todos los días te traen diseños nuevos que a veces son complicados de resolver, pero eso es un plus en nuestro trabajo porque te forma para afrontar nuevos proyectos.
—Los personajes públicos influyen.
—Siempre. Son personas muy fotografiadas y muy conocidas y la gente, cuando ve lo que llevan en la piel sienten la tentación de llevar lo mismo. Son pocos los casos en los que se repite el mismo tipo de tatuajes porque muchas veces es más la estética que el tatuaje en concreto. Y sobre todo hace que no importe que se vean los tatuajes, porque evidentemente, cierto sector de la sociedad de determinada edad ve el tatuaje como de lejos.
—Siempre ha sido una cosa marginal.
—Nosotros no podemos cambiar eso pero tenemos un par de generaciones delante, los chicos entre 15 y 20 años y los no tan chicos que lo ven como algo totalmente natural porque conviven con eso y lo ven muy estético. Hay dos generaciones que lo ven de forma distinta pero poco a poco se va ganando terreno a favor de la naturalidad.
—-¿Es peligroso, al día de hoy, tatuarse?
—Peligroso no, siempre y cuando se haga de una manera correcta y en un centro homologado en el que se cuiden todas las condiciones higiénico sanitarias. Se dan casos de tatuadores que no ejercen en unas instalaciones correctas y eso no podemos evitarlo porque el intrusismo siempre va a estar ahí y recomendamos que se tenga el máximo cuidado en ese sentido. Que vayan a un centro en el que les den las máximas garantías, no sólo estéticas que en este caso son las menos importantes, sino las sanitarias porque hay riesgos en el tatuaje como hay riesgos en ir a un dentista. A nadie se le ocurre ir a sacarse una muela a casa de un amigo que se haya comprado unas pinzas. Ese tipo de riesgos hay que tenerlos en cuenta a la hora de enfrentarse a un tatuaje pero no tiene que tener ningún tipo de miedo siempre que acuda a un centro con las condiciones necesarias.
—Sobre lo de quitarse la muela en casa del amigo, hay gente pa to. ¿Tatuarse duele?
—No te voy a decir que no, pero depende mucho de la zona, del cliente, de cómo viene preparado psicológicamente. Puede ser una zona en la que no debe doler nada pero el cliente viene estresado y hay que calmarlo antes de que empiece a tatuarse para que la experiencia no sea peor de lo que debería de ser. No deja de ser una sensación extraña, sobre todo el primer tatuaje porque nunca ha sentido nada parecido. La gente piensa en aguja y sacarse sangre, pero no tiene nada que ver. El proceso de tatuaje es muy superficial y evidentemente según la zona son más o menos delicados. Hay zonas que son muy complicadas de tatuar por el dolor que puede causar, pero son pocas zonas en el cuerpo las que llegan a ese límite. Casi todo nuestro cuerpo está preparado para adaptarse a esa sensación del tatuaje pasados unos minutos y llevarlo con total normalidad.
—Ir guapo duele. Tú y tu pareja sois licenciados en Bellas Artes. ¿Por qué no estáis pintando o esculpiendo?
—La especialidad nuestra en la licenciatura fue grabado calcográfico y diseño gráfico. El problema fue que al terminar la carrera, salir a la calle y empezar a mover nuestro trabajo, nos cayó de golpe la crisis, por lo que nos llamamos hijos de la crisis. Estuvimos a punto de empezar a mover nuestra obra, tuvimos la oportunidad de llevar nuestro trabajo a una pequeña galería de Londres y moverlo en Australia, fue una casualidad encontrar a un par de galeristas que nos diera esa oportunidad, pero lo que digo. Fue empezar a moverlo y empezar la crisis, que ha afectado a todos los sectores y a partir de ahí comenzamos un proceso de reciclaje por nuestra parte. Evidentemente siempre hemos sido unos forofos del mundo del tatuaje estéticamente y atrevernos a plasmar nuestro arte sobre la piel fue quizá lo que costó un poquito más porque impone un poco al principio. A base de ir atreviéndonos, de ir probando a tatuar ciertos diseños que podían ser controlables vimos que teníamos cierto campo a la hora de tatuar. Desde ahí hemos ido mejorando y evolucionando y llevando nuestro arte a las pieles de los clientes. Si hubiera sido de otra manera quizá estuviéramos hablando de otro tipo de proyectos, pero estamos muy orgullosos de que “por culpa” de la crisis hayamos tenido la oportunidad de ser tatuadores. La verdad es que no nos esperábamos poder estar cada día llevando nuestro arte a la gente, que cada una de las piezas importe a alguien. Escuchaba a un artista mejicano decir, que había tenido la misma evolución que nosotros, que su obra tenía que impactar sobre el público y que ahora tenía la oportunidad de que cada de sus piezas impactara a cada uno de sus clientes.
—-¡Y de qué manera!
—Por supuesto. Y que cada uno de sus clientes se vaya enamorado de una de sus piezas no lo había conseguido con la pintura, sin embargo con el tatuaje lo estaba consiguiendo. Y eso es lo que más nos está llenando de esta profesión.
—¿Piensas volver a tu especialidad en un horizonte más o menos lejano?
—-Eso nunca se deja, siempre está ahí aunque sólo sea para recuperar esas sensaciones de producir en otra técnica. Siempre lo tenemos presente y cuando tenemos oportunidad, sobre todo en diseño gráfico dada la facilidad que tenemos hoy en día de contar con ordenador portátil, lo hacemos. Nunca lo hemos dejado y lo llevamos parejo al tatuaje. El grabado es más complicado porque se necesita un taller, unas herramientas específicas… Pero siempre lo tenemos ahí, no para dejar el tatuaje sino llevar las dos cosas. En cuanto tengamos oportunidad y veamos que la economía se recupera y podamos mover el trabajo, se anime el marcado artístico, volveremos a recuperar esas piezas.