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Ronda

La predilección por Ronda de Rey don Juan Carlos

Hasta en cuatro ocasiones visitó don Juan Carlos la ciudad de Ronda, una de ellas como príncipe, tres como monarca. RONDA SEMANAL rememora con quienes le acompañaron cómo fueron esas visitas

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  • El Rey en la Maestranza -

"Cualquier otra ciudad de 40.000 habitantes difícilmente podrá presumir de haber recibido tantas veces a un rey”. La  apreciación la hace Juan Fraile, quien fuera alcade de la ciudad durante dos de las visitas que Juan Carlos I realizó a esta ciudad, por la que sintió especial predilección: “No cabe duda de que la presencia en Ronda de la Real Maestranza ha tenido mucho que ver en eso”, prosigue.

RONDA SEMANAL ha hablado con tres rondeños que estuvieron cerca del Rey en las tres visitas que como Jefe de Estado realizó a Ronda, a la que hay que sumar una cuarta visita que se produjo cuando aún era Príncipe de Asturias, título que ostentó de manera efímera. En la semana en que Don Juan Carlos ha anunciado su abdicación, el propio Fraile, así como el también exalcalde Juan Harillo y quien fuera cronista oficial de Ronda, Rafael Aguilera, relatan los momentos en que el monarca se encontró con el cariño de los rondeños e incluso los entresijos de aquellas recepciones.

Don Juan Carlos era príncipe cuando vino a Ronda en 1972. De aquella visita se recuerda la recepción en el salón de actos de la Casa Sindical y su recorrido por las calles de Ronda. Juan Harillo, sin embargo, se detiene en los recelos que hubo entre los maestrantes a la hora de recibir al monarca, al ser hermano mayor de la institución entonces su padre, el Conde de Barcelona: “Para ellos, el conde era el verdadero Rey de España, y no querían dar a su hijo el honor de ser recibido como tal. Así que tras debatirse si se le concedía una recepción oficial o particular, se le recibió a título particular en el coso de la plaza de toros”. Harillo recuerda cómo acompañó en todo momento al entonces teniente de hermano mayor, don Pablo de Atienza y Benjumea, y cómo ambos comentaron “el cariño con que la gente acogía a don Juan Carlos”. Harillo fue felicitado por organizar la venida del príncipe a la ciudad, por el éxito del protocolo.

La siguiente visita a la ciudad tendría lugar en 1994. Don Juan Carlos, ya Rey de España, visitó en el mes de junio el acuartelamiento de la Legión. Antes, había participado en unas maniobras en Las Navetas: “Acababan de celebrarse elecciones regionales. Era un momento de interinidad y vino como representante del parlamento su presidente, José Antonio Marín Rite”. Las maniobras, con fuego real, acabaron hiriendo al dirigente socialista “porque saltó un casquillo y le hirió el labio”. Además, los bomberos tuvieron que intervenir al iniciarse un fuego en la finca. La visita incluyó unas maniobras en las paredes de la Cueva del Gato.

Mucho más emotiva sería la que se produjo sólo 3 años después, en 1997, cuando el monarca vino a la corrida goyesca. Invitado por los maestrantes, aunque el rey llegó en coche hasta la misma plaza, “cuando acabó la corrida pidió salir andando, y recorrió a pie la distancia hasta bien entrada la calle Jerez. Se montó en el coche, pero había tanta gente en el Victoria que mandó parar el vehículo y se bajó a saludar a toda esa gente”, rememora Fraile. Recuerda las conversaciones con Don Juan Carlos: “Me pareció extraordinariamente cercano e interesado. Me preguntó por la marcha de la ciudad, sus proyectos y problemas. Atendió a la gente de manera condescendiente”.

Hace apenas 6 años, el Rey presidió la entrega de premios, becas y medallas de la Real Maestranza. Rafael Aguilera, quien fuera cronista de la ciudad, pudo hablar con él: “Demostrando su campechanía, atendió a todo el que se acercaba, y eso que habría unas 1.000 personas en la carpa que se situó en el ruedo de la plaza. Rafael Atienza le dijo sobre mí que era el hombre que más sabía de la historia de Ronda, y el Rey me preguntó mi profesión, y le expliqué que había trabajado ejecutando obras civiles, pero que me gustaba la historia, y me invitó a seguir en esa trayectoria”.

En cada visita, el monarca sintió el calor y cariño de los rondeños.

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