El empate del pasado domingo en casa ante el Levante de Alcaraz aún provoca dolores estomacales a más de un sevillista por la oportunidad perdida tras una jornada que se había terminado de dar propicia para volver haber dado un salto en la tabla.
Escuece que el conjunto valenciano hubiese rascado un punto de Nervión sin apenas inquietar a Beto, y sobre todo, después de provocar toda una batalla físicia sobre el terreno de juego que llevó a tres futbolistas al hospital, pero los sevillistas deben recordar que a ese fútbol también se juega.
Lo que sí parecen olvidar de vez en cuando es la realidad de un equipo confeccionado para estar en Europa y, en ningún caso, obligado a obtener un billete para la Champions, aunque ello no quita que no se trabaje y luche por obtener el sueño de tantos y lo que supondría el aliento definitivo económico para el club. Pero más allá de sueños y deseos, la figura de Unai Emery, tan criticado por momentos, continúa sin ser del agrado y simpatía de la totalidad de una afición que hace apenas seis meses levantó con el vasco en el banquillo su tercer entorchado europeo. El mismo que ha sumado hasta la fecha 22 de los 33 puntos en Liga y que tiene tanto la Copa como la Europa League más que encarriladas.
Que debió quitar a Beto, quizás. Que no debió sacar a Deulofeu, puede ser. Lo cierto es que hay una parte de la afición que necesita muy poco para señalar siempre al mismo y ni antes era tan bueno, ni ahora es tan malísimo.