Un jurado popular ha declarado hoy culpable por unanimidad a Jonathan Moya del rapto y asesinato de la bebé de 16 meses de Palma del Condado (Huelva), Miriam Cuerda, hallada en una balsa de Fiñana (Almería) en diciembre de 2012.
En su veredicto, hecho público esta mañana en la Audiencia Provincial de Almería, el jurado considera probado por unanimidad que Moya golpeó "con fuerza en reiteradas ocasiones con un objeto contundente y plano" en la cabeza a la bebé, lo que le provocó un traumatismo craneoencefálico con policontusiones.
Mantienen que "lejos de auxiliar" a la niña, posteriormente la envolvió "con papel film transparente para asfixiarla", aprovechando que la menor no podía defenderse.
En cuanto al delito de detención ilegal, el jurado sostiene que Moya actuó siguiendo "un plan preconcebido" por el cual privó de libertad a la menor "intencionadamente y en contra de la voluntad de la madre", Gema María Cuerda.
La madre viajó con la menor desde la localidad onubense hasta la estación de tren de Guadix (Granada), en diciembre de 2012, donde Moya, con el que había mantenido una relación y la convenció para volver a verse con la excusa de regalarle un vestido para bautizar a la niña, las recogió en su coche.
En este sentido, mantienen que Moya condujo posteriormente por vías secundarias para desorientar a Gema, "engañándola para que bajase del coche" antes de llevarse a la niña el día 20 de diciembre, ya en la provincia de Almería.
Asimismo consideran probado que el encausado previamente manifestó al hermano de Gema María que ésta debía tener "cuidado", porque alguien "podría llevarse a su hija, vender sus órganos y dejarla en una cuneta".
Han recordado que durante la celebración del juicio el acusado reconoció que se llevó a la niña "para darle un susto a Gema" y que aseguró haber hablado con un tercero, manifestando que iba a llevarse a la menor "con fines económicos".
En su decisión, el jurado ha tenido en cuenta el informe aportado por el forense, así como el hallazgo de huellas de Moya en el papel film en el que fue envuelta la niña antes de ser arrojada a la balsa en la que fue hallado su cadáver, dentro de una bolsa llena de piedras.
Las huellas de Moya también aparecieron en tazas y vasos del cortijo donde la retuvo durante cinco días, tras su rapto, así como en la ropa de la bebé, y además se encontró su ADN en el cadáver de Miriam una vez realizada la autopsia.
El Ministerio Fiscal mantiene su petición inicial de 26 años de prisión para Moya por los delitos de detención ilegal y asesinato, mientras que la acusación particular solicita 29 años por estos mismos delitos, al considerar que concurre la agravante de alevosía en el de detención ilegal.
Por su parte, el abogado defensor de Moya ha interesado las penas mínimas contempladas por la ley por estos delitos, un total de 20 años, argumentando que si se tiene en cuenta "su falta de antecedentes violentos, su edad... serían suficientes años para que pueda reintegrarse en la sociedad arrepentido".