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La tribuna de Viva Sevilla

El alcalde de Sevilla, con un carrito de compras

Seguramente la alcaldesa de París, nacida en San Fernando, aceptaría hablarnos de su experiencia política y humana. El diseñador Miranda, de la suya en Italia; Rafael Camargo, de su experiencia en Silicon Valley. Y así, muchos otros paisanos.

Un ciudadano antes de acercarse a él, dudó. Sorprendido, miró bien: el alcalde de Sevilla, como cualquier hijo de vecino, llevaba un carrito de la compra en un supermercado de Puerta Osario. Después de saludar, y felicitarle, aprovechó la ocasión para preguntarle: ¿Cómo sería posible tener la seguridad de que sus sugerencias a favor del buen gobierno le habían llegado? Acostumbro a contestar, le respondió con amabilidad.

La alcaldesa de Madrid se desplaza diariamente en Metro. Los diputados andaluces de Podemos han renunciado al coche y donan parte de su sueldo. La alcaldesa de Barcelona ha solicitado ganar menos pero la oposición le ha impuesto seguir con el mismo sueldo. En la Diputación de Sevilla se “suprimen tres pluses”. Las formas también importan.


Aquel ciudadano, como en años anteriores, con similar preocupación hace un mes se dirigió al delegado de Urbanismo de Sevilla para sugerirle que, anticipándose a una complicada futura solución, se desalojara el saturado campamento ilegal ubicado en la margen del río. Recibió una diligente respuesta y la redirigió al alcalde de Camas. Pensó: ¿tiene la obligación de responder? Antes de las últimas elecciones eran impensables estas noticias. No supo si el libro “En Sevilla. Transformaciones”, entregado personalmente por el autor en el palacio del Ayuntamiento, lo hojeó el alcalde Zoido.


Al menos formalmente algo está pasando. Resulta esperanzador. La corrupción es otra cosa; se mueve con holgura en un ámbito inaccesible al elector, que al votar confía su representación en manos del gobernante. Es el déficit de nuestra democracia inacabada.


He aquí algunas sugerencias publicadas pero sin eco: recogiendo la idea de Collantes de Terán (1960), se debería instalar un Museo de la ciudad en las Atarazanas o en Santa Clara, tal como tienen desde el siglo pasado las grandes capitales (París, Múnich, Londres, etc.) y desde hace poco, hasta los pequeños pueblos (Carmona);  convendría definir una política a mediano y a largo plazo para darle forma a la centralidad verde de Sevilla con la incorporación de Los Gordales y de Tablada.


Los bordes del Jardín Catalina de Ribera deben dignificarse cuanto antes. Es impostergable exigir a la Caixa la ejecución, a su coste, de un Plan de movilidad y accesibilidad a la Torre de su propiedad.


Ahora, en el supermercado, el ciudadano personalmente le ha sugerido al actual alcalde que se instaurara la “Tribuna de Sevilla” (el nombre podría ser otro). Su finalidad sería, de manera periódica y continua, conocer, escuchar y saber los aportes, los logros que en los diversos campos de la ciencia, del arte y del pensamiento actualmente han conseguido o lo están haciendo los distinguidos andaluces  que por una u otra razón han tenido que alejarse de su tierra y ahora residen en España o en el mundo.


Seguramente la alcaldesa de París, nacida en San Fernando, aceptaría hablarnos de su experiencia política y humana. El diseñador Miranda, de la suya en Italia; a Rafael Camargo, de su experiencia en Silicon Valley. Y así, a muchos otros paisanos.


Sevilla es la capital de Andalucía. Numerosos salones de actos están disponibles. Merecerá el apoyo de varias empresas y organismos: Universidad, Centros de investigación, Cámaras de Empresario, Academias... seguramente ayudarían a identificar a los invitados. Sería mucho más práctico que entregar diplomas, premios y doctorandos Honoris Causa; al menos no se opondría.


Ojalá, de paso, aprovechando la ocasión y para iniciar con buenos presagios el nuevo año, el alcalde pusiera a disposición de los sevillanos una dirección electrónica específica a la que remitirse para presentar una idea positiva en cualquier otro ámbito. Sería un buen y eficiente recurso para ejercer el derecho de ciudadanía, o sea el compromiso con Sevilla, donde tanto gusta disfrutar de la alegría de vivir y de compartir.

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