Los tres bomberos sevillanos detenidos este miércoles por presunto tráfico de personas mientras ayudaban a llegar a la costa griega a refugiados sirios pasarán la noche en una comisaría de Lesbos, a la espera del juicio que tendrá lugar, salvo cambios, el próximo sábado.
Fuentes de la asociación Proem-Aid, a la que pertenecen los tres bomberos, han informado a EFE de que los detenidos trabajan de forma voluntaria desde diciembre en labores de rescate los refugiados sitios que llegan a la costa griega en pateras.
Las mismas fuentes han señalado que durante la jornada de hoy han contactado con el abogado de los detenidos y representantes de la embajada de España en Grecia, sin que sus gestiones hayan hecho posible que sean puestos en libertad.
De esta forma, "aunque esperamos que finalmente no se llegue a producir", el próximo sábado tendrá lugar el juicio en el que se aclararán los motivos de la detención de los tres voluntarios sevillanos, Julio Latorre, José Enrique y Manuel Blanco.
Las mismas fuentes han lamentado que pasen la noche en los calabozos de la comisaría de nuevo, a pesar de los intentos de evitarlo durante toda la jornada-.
Los tres fueron detenidos después de ser avisados de que una lancha con personas a bordo se aproximaba a la costa, y salieron a su rescate, como vienen haciendo a diario desde que llegaron a la zona a principios del pasado mes de diciembre.
"Eran sobre las dos de la tarde cuando estaban en alta mar auxiliando a las personas en una lancha, que tenía un fallo en el motor y cuando las rescataron les abordó un guardacostas, que les condujo a una comisaría, donde están todavía", ha indicado.
Los bomberos andaluces se encuentran en Grecia dentro del "Proyecto Lesbos", con el que un equipo de profesionales de emergencias viaja a la costa de Lesbos, a donde cada día arriban embarcaciones repletas de refugiados, para ayudar en las funciones de rescate y salvamento y prevenir los frecuentes naufragios.
Su labor consiste en ayudar al desembarco debido a que la mayor parte de los refugiados mueren en los últimos metros de la travesía ya que la mayoría no saben nadar, se asustan, se echan al agua y se ahogan, en una isla que constituye la primera parada en Europa, a la que se llega tras un trayecto de unos 14 kilómetros desde las costas turcas y en el que emplean entre tres y cinco horas a bordo de pequeñas embarcaciones.