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La tribuna de Viva Sevilla

Los héroes de Lesbos

Todos los voluntarios están de acuerdo en que los héroes de Lesbos son los refugiados. Gente valiente, desesperada y acosada por la guerra; que dejan atrás su vida entera y se meten con la familia en una travesía incierta y peligrosa buscando un futuro mejor para los suyos.

Estamos asistiendo en Europa al mayor éxodo masivo que se recuerda. En el último año centenares de miles de personas han cruzado el mar Egeo en embarcaciones de todo tipo para llegar a Europa. Huyen de la guerra en Irak, en Afganistán y sobre todo en Siria. La mayor parte de ellos llegan, si sobreviven el viaje, a la isla griega de Lesbos.

En Lesbos se está viviendo una tragedia. Cada día, constantemente, llegan a sus costas barcas neumáticas cargadas de familias que huyen. Hasta tres mil personas al día, en estos meses de invierno.


Hasta ahora las autoridades griegas y europeas no han hecho nada para parar este éxodo. Pero tampoco para atender decentemente a los miles y miles de personas que llegan diariamente a Grecia.


Son ciudadanos normales los que espontáneamente se han estado ocupando de rescatar a los barcos que naufragan, atender a los refugiados que llegan atemorizados y empapados a la orilla, organizar campos de refugiados donde puedan comer y pasar la noche, distribuir ropa, comida, información… Todo eso, desde el principio, está organizado exclusivamente por voluntarios. Gente que no cobra un duro. Al revés, usan sus vacaciones para ayudar; se pagan el viaje y el alojamiento en Lesbos y dedican muchas horas cada día a atender a los refugiados.


Los guardacostas griegos no se han dedicado a salvar refugiados, sino a vigilar sus costas. Naciones Unidas ha dedicado muy pocos recursos a los campos donde hasta la mayoría de las tiendas de campaña las regalan los voluntarios. La mitad del mayor campo de refugiados de Lesbos, donde duermen hasta cinco mil personas, está instalada sobre un olivar alquilado con dinero de donaciones de voluntarios.


Ahora, finalmente, parece que lentamente comienzan a llegar las grandes ONGs, las agencias humanitarias y los barcos de rescate europeos. Pero todavía son voluntarios los que secan a los refugiados sobre las playas, los que cocinan cada noche para miles de personas, los que reparten mantas y curan a los enfermos o heridos.


Es una brutal respuesta ciudadana. Lo mejor de Europa y del resto del mundo. Gente que se entrega en silencio a echar una mano. Por Lesbos están pasando miles de voluntarios.
Cada día llegan decenas de barcas. Cuando se acercan a la playa es siempre un momento tenso. Vienen cincuenta personas apiñadas en una balsa de goma fina con un motorcito. La mayoría con mujeres y niños. Vienen histéricos. Asustados después de seis horas en mitad del mar en la oscuridad de la noche, con el agua entrando y a punto de morir. Hay siempre niños manchados de vómitos. Muchachas que chillan de miedo. Padres nerviosos. Bebés con el agua chorreándoles por la cabeza.


Pero siempre, lo primero que encuentran en la playa son voluntarios. Hay algunos, como los famosos bomberos sevillanos, que se meten unos metros en el mar y agarran las balsas para llevarlas a la parte menos rocosa de la playa. Otro hacen un pasillo y van sacando de la barca a la gente evitando que vuelque. En la arena hay otros voluntarios que los envuelven en mantas.

Voluntarios que llegan con calcetines y zapatos secos para cambiarlos. Gente de buena voluntad que llevan a los refugiados té. Médicos voluntarios que atienden a los más perjudicados.
Eso es lo primero que se encuentra en la playa todo refugiado: mucha gente normal que los reciben con una sonrisa y muchas ganas de ayudar. Lo mejor de nuestra sociedad.


Luego va a haber otros voluntarios que les echen una mano en los campos de refugiados. Gente que se ha pedido vacaciones en su trabajo para pasarlas ordenando ropa en un almacén, o calentando biberones para niños pequeños. O repartiendo mantas. O cocinando. O llevando a la gente por los laberintos del campo de refugiados.


Pero los voluntarios no son los héroes de Lesbos. He estado allí. He hablado y trabajo con muchos. Y absolutamente todos los voluntarios están de acuerdo en que los héroes de Lesbos son los refugiados. Gente valiente, desesperada y acosada por la guerra; que dejan atrás su vida entera y se meten con la familia en una travesía incierta y peligrosa buscando un futuro mejor para los suyos.
Ninguno de los miles de voluntarios que pasamos nuestro tiempo libre ayudando en Lesbos merece una medalla. Ni un reconocimiento. Los héroes no son los voluntarios que intentan suavizar la llegada a una Europa inhóspita. Los únicos héroes son los refugiados que se juegan la vida. Y a menudo la pierden.

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