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sociedad

La taxidermia, un oficio castigado por la piratería

"Sus tarifas son mas bajas porque no pagan impuestos y carecen de los permisos oportunos ", ha referido Abellán, especializado en disecar aves

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  • La taxidermia despertó el interés de los presentes -

La taxidermia vive un momento delicado por la piratería y por la crisis económica que ha reducido en un 33 por ciento el número de cazadores en España, principales abastecedores de piezas de este antiguo oficio artesanal.

Según datos de la Real Federación Española de Caza (RFEC), durante los años de la crisis económica, el número de cazadores descendió de 1.200.000 a unos 800.000 en los años más duros, una caída que repercutió en los taxidermistas cuya subsistencia depende, en gran medida, del poder adquisitivo de los cazadores.

De igual manera, la crisis también ha sido responsable del auge de "taxidermistas ilegales": aficionados sin preparación alguna y carentes de papeles, quienes ofertan a los clientes precios baratos que los profesionales del sector apenas pueden igualar, ha manifestado a EFEverde el taxidermista Andrés Abellán.

"Sus tarifas son mas bajas porque no pagan impuestos y carecen de los permisos oportunos ", ha referido Abellán, especializado en disecar aves.

La taxidermia, del griego "taxi" (arreglo o colocación) y "dermis" (piel), ya se utilizaba hace 8.000 años, cuando en Chile la cultura Chinchorro preparaba cadáveres utilizando técnicas de taxidermia, mientras que en España el primer manual de este oficio, "Instrucción sobre el arte de conservar los objetos de Historia Natural", se publicó en 1817.

Taxidermista, disecador o naturalizador de animales, un oficio no muy corriente al que Abellán llegó atraído por su afición a la naturaleza y por sus visitas, de joven, al museo de Ciencias Naturales de Madrid donde se acrecentó su "pasión y respeto" por la animales.

Se puede disecar todo, desde animales muy pequeños a elefantes aunque cuanto más pequeños requieren más trabajo, ha añadido Abellán, para quien la metodología de sus trabajos, con aves procedentes de cacerías legales, persigue un mismo fin: "el animal disecado debe parecer vivo, captar su verdadera expresión".

El experto ha señalado que no existen aves especialmente difíciles, algunas tienen una pluma más complicada como palomas y tórtolas, pero cada trabajo es un reto que hay que afrontar como único.

Para que el resultado final de la pieza sea óptimo es esencial que el trofeo de caza llegue a las manos del profesional, congelado o en sal, en el menor tiempo posible desde que es abatido.

En el caso de las aves, cuando el taxidermista procede a darles una "segunda vida", los primero que hace es desollar el animal y después lavar las plumas cuidadosamente con agua y champú.

Una vez que el plumaje esta seco se realiza un cuerpo, similar al del ave que queremos disecar, relleno de virutas y con extremidades alambradas, al que se le cose y ajusta la piel para que quede totalmente fija antes de colocarle en una vitrina con su hábitat.

En ese momento, ha detallado Abellán, el taxidermista tiene delante un "monstruo", un cuerpo realmente feo al que oficio y habilidad convertirán en un animal idéntico al que era.

"Es la parte más difícil donde los profesionales deben calcar cada gesto del animal, así como determinar la pose que marcarán sus facciones".

Una vez terminado el cuerpo se colocan el resto de elementos como los ojos, suelen ser de cristal, se pintan a mano las zonas donde no había pelo, como patas y picos, y se restaura alguna posible imperfección.

Los encargos se entregan en vitrinas recreando el hábitat concreto de cada especie y con un precio que suele oscilar entre los 400 euros de una perdiz, los 700 de un faisán grande y los 800 euros por un pecho de ciervo

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