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El cuidado de los pies en la Semana Santa

Es necesario cuidarse los pies todos los días, más si cabe, cuando vamos a realizar un esfuerzo al que no estamos acostumbrados, como es el salir en una cofradía realizando la estación de penitencia

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Es necesario cuidarse los pies todos los días, más si cabe, cuando vamos a realizar un esfuerzo al que no estamos acostumbrados, como es el salir en una cofradía realizando la estación de penitencia.

Conscientes de la importancia que tiene el correcto cuidado de nuestros pies a la hora de afrontar la estación, ya sea como costaleros, nazarenos, acólitos, penitentes… o como público en general, los podólogos queremos ofrecer una serie de consejos y cuidados que se extraen de la experiencia que tenemos de las múltiples actividades que se han llevado a cabo en otras ciudades y pueblos, especialmente en Sevilla, cuna de la Semana Santa.

Queremos determinar tres momentos importantes: antes de la salida, durante la salida y después de la estación de penitencia.

Antes de salir en la hermandad, es necesario realizar una serie de acciones que nos permitan adecuar nuestros pies a la actividad. Es importante en este punto, que la compra del calzado se produzca bastante tiempo antes de la salida, con el fin de que el zapato se amolde a nuestro pie y estemos cómodos, evitando las molestas rozaduras y ampollas. Debemos comprarlos mejor por la tarde ya que el pie está más hinchado.

El calzado, debe tener una suela flexible y gruesa, sujeto al empeine mediante cordones, con un contrafuerte rígido, sin punteras duras o puntiagudas. Hay que evitar las costuras que puedan provocar roces. Los tacones siempre menores de 4 cm en mujeres y de 2 cm en los hombres. No estrenar el calzado en el momento de la procesión.

Evite plásticos y gomas en contacto con la piel, todo aquello que contacte con nuestros pies, debe de ser de materiales nobles, como el cuero.

En el caso de los costaleros, hacer la “igualá” con unos zapatos fisiológicos, es decir, aquellos que protejan, sujeten y den estabilidad al pie, será condición indispensable para no sufrir lesiones debajo del paso.

Para aquellas personas diabéticas y para los que no lo son, recomendamos una revisión exhaustiva para comprobar deformidades y heridas que pudieran provocar complicaciones en el futuro.  El uso de unos buenos calcetines, es determinante, a la hora de prevenir lesiones. Deben ser de fibras naturales (como el algodón, el lino, cáñamo…etc.) para facilitar la transpiración de la piel. Éstos han de ser suaves, sin costuras y que se ajusten al pie.

Antes de salir, procederemos a lavar  nuestros pies con un jabón de PH neutro (recomendable ducha), secado con toalla (especial atención entre los dedos, para evitar maceraciones y grietas), cortar las uñas de forma recta en la parte distal con el fin de que no se nos claven los bordes en la piel. Si va a salir descalzo, proteja aquellas zonas en las que pudieran provocarse heridas o roces. No olvide hidratarse los pies con una crema con un alto porcentaje en urea (no extender entre los dedos).

Durante el recorrido, debemos de estar pendientes del estado de nuestros pies. Tener mucho cuidado con las superficies (piedras, cristales, desniveles…) que pudieran acarrear cualquier tipo de lesión. La cadencia (número de pasos por minuto) es algo que tenemos que tener en cuenta, adecuar un número de pasos fijo, hará que no se nos sobrecargue la musculatura. En caso de paradas prolongadas, apoyar los dos pies por igual e intentar estirar, haciendo movimientos de flexo-extensión y rotación con el tobillo.

Al llegar a casa: Si ha salido descalzo, lave sus pies con antiséptico (povidona yodada o clorhexidina), dejándolo actuar unos  5 minutos, aclarándolo luego con agua tibia.  Realizar baños de contraste, combinando agua fría y agua caliente con el fin de disminuir la hinchazón de nuestros pies. Aplicar una crema hidratante con un suave masaje. Si le ha salido alguna ampolla, NO LA ABRA. Espere para consultar con el podólogo, él sabrá cómo actuar ante esta reacción de la piel. Mientras, cure con antiséptico y tápela con una gasa.

La Podología está al servicio de las personas, en este caso, para todas aquellas que por una razón u otra, participan en una hermandad, haciendo su estación de penitencia o como simples espectadores. Si tiene algún problema o duda con respecto al cuidado de sus pies, no olvide visitar a su podólogo, más si cabe si tiene un “pie de riesgo” (alteraciones vasculares y neurológicas) y si padece diabetes.
Cuidar de nuestros pies, debe ser una parte fundamental de nuestra salud personal. No olvidemos que gracias a ellos, caminamos todos los días, aunque no lo crean, damos diariamente entre 8.000 y 10.000 pasos que traducidos en kilómetros son entre 10 y 15. A lo largo de nuestra vida, podemos llegar a andar unos 200.000 km. ¿Creen ahora que es necesario estar pendientes de nuestros pies?.

Álvaro Carmona: Podólogo en Clínica ANSAR • Diplomado en Podología • Máster en “Biomecánica y Ortopodología” y en “Nuevas Tendencias Asistencias en Ciencias de la Salud”. Universidad de Sevilla”  • Ex Profesor en Máster de “Podología Deportiva”. Universidad Católica de Valencia.• Conferenciante Congreso Nacional de Capataces y Costaleros. • Podólogo en “Centro de Atención al Costalero” de Sevilla. • Co-autor de los dípticos informativos: “Consejos Podológicos para el cuidado del pie en la Semana Santa” y “En el Camino, Cuida tus Pies” con el Colegio Profesional de Podólogos de Andalucía.

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