Con una sola mano abarca el balón y su envergadura hace pensar en unas condiciones privilegiadas para triunfar en el baloncesto en silla de ruedas. Moisés Miguel Fernández es uno de los diamantes en bruto de las Escuelas de BSR del Rincón Fertilidad Amivel.
Desde que está en baloncesto es otro: sale más a la calle, disfruta, tiene más confianza e incluso viaja con el equipo, antes nunca salió de viajeEste joven paleño con 16 años cursa tercero de ESO en el Instituto El Palo y desde hace un año se incorporó a las categorías inferiores del equipo de Vélez Málaga, que milita en la División de Honor nacional de esta especialidad deportiva, a las órdenes de Paco Aguilar.
Respaldo para el día a día
Moisés Miguel Fernández padece espina bífida, una malformación congénita donde las últimas vértebras del feto no se cierran completamente durante el primer mes de embarazo. En el caso del joven malagueño, la afectación en los miembros inferiores es de un 72 por ciento; y este hecho hace que en su día a día requiera de una silla de ruedas.
Según la madre del joven, Pilar Miguel Fernández, “la Seguridad Social solo se hacía cargo de 400 euros y la silla que él requiere debido a sus dimensiones y actividad vale 1290 euros”. “No es lo mismo la movilidad de una persona de 90 años a la que hay que empujar la silla que la de un niño de 16”, aclaró Pilar, quién a través de la venta de papeletas solidarias, a dos euros cada una, logró en menos de un fin de semana el objetivo”.
“Han hecho fila para comprar su papeleta gente humilde, ha sido increíble la reacción de todos”, aseguró la paleña que estuvo apoyada por su amiga Silvia Gil y el hijo de ésta, Miguel Ángel García Gil, compañero inseparable de Moisés y que también entrena en Vélez Málaga.
Ilusionado con el baloncesto, entrena dos días a la semana con una silla prestada de competición, y Moisés Miguel lo tiene claro: “Quiero llegar a formar parte del primer equipo y jugar en la máxima categoría”, aseveró el malagueño que fue convocado por la selección andaluz para jugar en Zaragoza. “Antes no quería viajar y ahora ya ha salido dos veces”, subrayó su madre.