El nombre de nuestra asociación, Iniciativa Sevilla Abierta (ISA), contiene ya una declaración de los principios que la originan. Nace la asociación con voluntad de centrarse en la ciudad y con la pretensión de ensancharla. Nace también con la conciencia de que hay muchas Sevillas latentes metidas en la vaina de un imaginario de ciudad (la del esplendor barroco), construido con ritos y repeticiones que obligan a la ciudad a rizarse sobre sí misma. Se trataría de abrir esa vaina para que la misma corteza, y todo lo que contiene dentro, se expanda.
Con ese criterio de afirmar las otras Sevillas posibles, nació hace una década nuestra asociación. Francisco Ferraro, el primer presidente, registró sus estatutos en octubre de 2006, después de haberse fijado en las primeras asambleas sus principios: sería una asociación laica, independiente, mantenida con las cuotas de sus socios, que buscaría subrayar los aspectos más actuales y eficaces de la ciudad para propiciar su difusión y contribuir a una Sevilla más actual y dinámica dentro de un mundo interconectado. Por otra parte, ISA no se levanta contra nadie ni niega nada, a no ser con esa forma de negación amable que excluye a lo contrario de lo que se pretende afirmar.
Tratando, pues, de incrementar la conciencia y el orgullo cívicos, se fundó la asociación en 2006 con la única herramienta de la que dispone, la palabra. Hoy, asombra repasar la cantidad de ciclos de mesas redondas y de conferencias, de encuentros y de publicaciones que se han realizado en estos diez años. Asombra la cantidad de especialistas que se nos han sumado para profundizar en cualquier tema que tenga capacidad para transformar la realidad: desde la enseñanza a la arquitectura, desde el medio ambiente a la historia, desde la investigación e innovación hasta la calidad democrática.
ISA ha abierto su página web a la participación y ha prestado sus micrófonos a todo el que tuviera algo creativo que decir, ha estado presente en la Feria del Libro o en La Noche en Blanco o ha ido concediendo sus premios anuales para subrayar el valor de personas que han engrandecido a la ciudad. Esa gratitud cívica es la que hemos querido expresar al distinguir al filósofo Emilio Lledó, al pintor Luis Gordillo, a los arquitectos Cruz y Ortiz o a científicos y emprendedores como Guillermo Antiñolo o la galerista Juana de Aizpuru.
Si cualquier aniversario obliga a hacer un balance, en el caso de ISA podríamos decir que su haber, aun siendo más que notable, es todavía insuficiente, porque la asociación es un proceso que no deja de retroalimentarse y de buscar un nuevo imaginario de ciudad salido, paradójicamente, de la misma ciudad, de lo más fértil de ella, de lo que la une a un mundo marcado por el conocimiento y la innovación. No es ISA sino una corriente de intercambios e ideas que, si bien tiene un origen concreto, carece de final y actúa por acumulación, por eso, el balance de su actividad es una mera constatación de que esto es una especie de río fecundo que nunca desemboca.
Sin embargo, sí habría que hacer un balance de la generosidad, de las personas que han dedicado tiempo y esfuerzos en levantar ISA sin más compensación que la de sentir que una ciudad mejor es posible. Aunque muchos socios serían dignos de mención, escribiré aquí solo los nombres de los que han mantenido los cimientos y la continuidad de la asociación. Lo escribo como un homenaje de reconocimiento. Se trata de los periodistas Juan Luis Pavón y María José Sánchez Apellániz, del emprendedor Francisco Ortiz, y de las cuatro personas que han ido tomando la responsabilidad de la presidencia: Francisco Ferraro, Sebastián Chávez, Raquel Rico y Eliseo Monsalvete. Gracias a todos ellos.