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Arcos

Asignatura pendiente

Más allá de su carácter de empresario, hombre innovador y emprendedor en su época, Manuel Ramírez Pérez fue una persona abnegada en muchos sentidos

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  • Retrato de Manuel Ramírez Pérez. -

Entre las asignaturas pendientes del Ayuntamiento con sus vecinos bien se podría citar que, a día de hoy, ninguna de las últimas corporaciones ha tenido a bien dar el nombre de ‘Manuel Ramírez Pérez’ a la glorieta de El Retiro, situada a la entrada a la ciudad, o en su defecto a otro espacio público relativamente apreciado o conocido. El compromiso, según la familia del citado, data de 2003,  cuando era alcaldesa de la ciudad Pepa Caro, pero, entre una y otra cosa, la casa sigue sin barrer… Pero muchos arcenses se preguntarán quién fue Manuel Ramírez Pérez, cuyos apellidos ya delatan que estamos ante una saga conocida de Arcos.

Este hombre fue hijo del diputado a las Cortes en 1812 Manuel Ramírez Jarillo y de María de los Santos Pérez. Fue un tabernero que inició su singladura como tal regentando el bar La Aurora, en el Barrio Bajo. Contrajo matrimonio con María Calero Bernal, hija del propietario de la finca Los Majadales. Sin embargo, también fue taxista, y en el año 1913 creó en Debajo del Corral la Posada del Recreo (conocida y rotulada como Fonda Ramírez), recibiendo a huéspedes portugueses y españoles que pagaban 25 céntimos de peseta su estancia por una noche. El derrumbe de este edificio supuso el 19 de febrero de 1963 una de las mayores tragedias de la historia de Arcos, pues en el fatal acontecimiento falleció su sobrino Marcelino Hernández Ramírez cuando estaba en la flor de la vida, su hijo Antonio Ramírez Calero y, en acto de servicio, Victoriano Rodríguez González, entonces jefe de la Policía municipal. Fue precisamente con motivo de los cuarenta años de esta tragedia cuando la alcaldesa Pepa Caro expresó públicamente su deseo de dedicar algún espacio público a la familia.  

Pero Manuel Ramírez Pérez tuvo otras facetas conocidas, como la de empresario de cine, en el Cine Plus Ultra, dentro de la citada posada y también en el Olivares Veas. Conoció de primera mano el cambio al cine sonoro. En 1931 fue teniente de Alcalde en los tiempos del regidor José Olivares Piña, año en el que vendió por 4.000 pesetas unos terrenos al propio Ayuntamiento para la construcción del Dispensario Antipalúdico, que como su nombre indica tenía por objeto combatir la tan común entonces enfermedad del paludismo. Este centro se erigió en los terrenos donde actualmente se asienta la urbanización La Molina, frente a la estación de autobuses de la calle Corregidores. Llegó el final de la Guerra Civil pero con ello enfermedades que se propagaron rápidamente entre la población: el tifus, el paludismo, piojo verde, tuberculosis… Tristemente, la más conocida de todas era el hambre, que deparó un nuevo modo de vida consistente en el robo de aceitunas, naranjas, gallinas… para cambiarlas por aceite, azúcar o pan.

Fue en este mismo lugar donde construyó el primer campo de fútbol que se recuerda en la historia de Arcos, para lo cual tuvo que desmontar un inmenso olivar. Así nació el llamado ‘Stadium Arcense’, inaugurado en 1933 con el partido Unión Deportiva Arcense-Gimnástica de Morón-, que ganarían los locales por tres goles a cero.

Manuel Ramírez Pérez fue conocido además por las gestiones que personalmente llevó a cabo en Madrid junto al entonces alcalde Francisco Velázquez-Gaztelu para que Arcos contara con el ferrocarril, con un punto más de la línea Jerez-Almargen. Corría el periodo 1943-1945, pero el proyecto se quedó en volandas.

Asimismo, fundó la Fonda Ramírez, cuya clientela era en gran medida la vecindad de Camino de las Nieves y otras zonas céntricas de la ciudad, y donde se daban esas transacciones de productos y artículos de dudosa procedencia. En el currículum del finado figura también el periodo en que fue hermano mayor de la hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, en el que encargó al imaginero valenciano Ramón Chaveli la talla del Simón que acompaña a la de Cristo en su paso. Igualmente, fue conocido por la cantidad de obras sociales que apadrinó, bien con los ancianos de La Caridad o con los del hospital de San Juan de Dios, al tiempo de mantener alojadas a varias familias en su ‘Stadium Arcense’ (el campo de fútbol de la Unión Guadalete Arcense).

En 1942 vendió a Pablo Ruiz de Gordezuela los terrenos actualmente ocupados por la estación de autobuses para la construcción de una fábrica de pimientos, creando más de cuarenta puestos de trabajo. El encargado de aquella incipiente industria fue Domingo Sierra, padre del conocido profesor de Arcos afincado en Bornos.

Cuentan que una repentina complicación durante una intervención quirúrgica de hernia -posiblemente una infección- le arrebató la vida cuando tal solo tenía 58 años de edad, y que en el tintero de la vida se le quedaron colgados proyectos como la construcción de una plaza de toros en la avenida Duque de Arcos.

Contaba el escritor desaparecido Cristóbal Romero (Grupo Alcaraván) que Manuel Ramírez Pérez era un hombre innovador en su tiempo, que creó cierta afición en Arcos en torno al fútbol, los toros, el boxeo, las peleas de gallo, el cine… y que incluso en 1945 fue capaz de convertir el campo de fútbol de la UGA en improvisada plaza taurina para acoger, entre otros, a un tal Juan Belmonte en una corrida de rejones en la que también participaría otra gran figura de la época: El Duque de Pino-Hermoso, y que los beneficios del espectáculo fueron para la hermandad nazarena.
Asimismo, el también escritor Antonio Hernández, y en este caso nieto de Manuel Ramírez Pérez, le dedicó unos versos en su obra ‘Oveja negra’: “Cuando volvíamos –carretera de Medina-/ mi abuelo y yo con el negocio a cuesta/ y el corazón desierto ya de aquellas cosas./ Logró todo lo que se propuso y para colmo/ también tuvo un nieto poeta que le cantara./ Que nosotros le recordemos es lo que se pretende”.

Su familia lleva, así pues, décadas empecinada en que el Ayuntamiento le dedique a su memoria el nombre de una calle, a ser posible en la zona de La Molina, Los Alcaldes…, aunque la última intención corporativa fuera la de dedicarle la rotonda de El Retiro. Los suyos, y especialmente su hijo Manuel, esperan que este artículo sirva para refrescar la memoria del Ayuntamiento y, la que es más importante, la colectiva de una ciudad que seguramente le debe mucho.

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