Nuestro incansable Manolo Téllez nos explica, con foto incluida, que una pareja de tórtolas ha anidado en una farola de la rotonda que tenemos a la altura de la ferretería Reynaldo. Otro milagro de la primavera, como diría Antonio Machado.
A mi las tórtolas, las golondrinas, las cigüeñas y otros animales de altura, me emocionan por su constancia en las tareas tanto de apareamiento como de anidación. No sé si estos tórtolos que han decidido quedarse en lo de Reynaldo están ahora en una faena o en otra, pero me da igual. Tanto si el macho está haciendo méritos para que la hembra acceda al casamiento, como si, ya consumado el matrimonio, están repartiéndose las tareas de incubar los huevos, me parece un hecho milagroso que no debemos pasar por alto por mucho que otras noticias vengan a robarles protagonismo.
¿Qué cuál es el milagro? Les parece poco: unos animalitos emigrantes deciden empadronarse en nuestro pueblo, muy cerca del Ayuntamiento además, y hacer aquí su homenaje anual a la vida, a la perpetuación de esta maravilla que es el mundo, la existencia, el ser.
Se comprende que hay noticias de más enjundia. Por ejemplo: Trump es un loco, Europa se desangra entre atentados islamistas, Susana Díaz y Pedro Sánchez no tienen razón ninguno de los dos, porque gritan mucho, Podemos hace constantes cabriolas en su afán de superar al PSOE, y el PP sigue con su rosario de chorizos. Pero para mi ninguna tan entrañable, tan esperanzadora y tan importante como este asentamiento de dos tórtolas que apuestan por la vida, que crean vida, la cuidan y la preparan para más vida, para echarla a volar por esos cielos.
No sé en qué tareas andará ahora nuestro Delegado de Medio Ambiente. Le imagino muy ocupado con el tema de la recogida de basuras, de Ecorreciclajes y otros asuntos vitales para nuestro pueblo. Pero no sé si sería mucho pedirle que hiciera un alto en sus quehaceres, que avisara a la banda de música y tocasen algo junto a la rotonda del milagro. No sé, quizás una serenata suave, suave, para no molestar a los tortolitos.