El presidente francés, Emmanuel Macron, afrontará mañana la primera gran jornada de huelga general y manifestaciones contra su reforma del mercado laboral, en un contexto de división sindical y política frente a la línea del Ejecutivo.
La movilización, convocada por el sindicato CGT, será un test para conocer la oposición que despiertan en la calle las reformas lanzadas por el presidente, que sufre una caída de su popularidad desde el verano.
En el punto de mira del sindicato está la reforma laboral que el Gobierno aprobará el 22 de septiembre en cinco decretos leyes (denominados en Francia "ordenanzas"), tal y como había anunciado Macron durante la campaña electoral.
Pero el presidente ha logrado romper el frente sindical común que hace algo menos de un año organizó grandes manifestaciones contra la reforma laboral ideada por su antecesor, François Hollande.
Tras semanas de reuniones con los líderes sindicales, Macron ha conseguido que la CFDT, primer sindicato del país y de carácter reformista, y FO, muy potente entre los funcionarios, no secunden el llamamiento a la huelga lanzado por la CGT, que ya fue el más combativo en pasadas manifestaciones.
El líder de este sindicato, Philippe Martinez, convertido en un icono de la lucha obrera contra las reformas laborales, se encuentra aislado, aunque ha conseguido convencer a algunas secciones de FO, como las de transportes y energía, además de a las organizaciones estudiantiles, lo que puede dar fuerza a la movilización.
Gracias a ello, se espera que haya en todo el país 180 manifestaciones y que en unas 4.000 empresas se haya llamado a la huelga.
Pero al mismo tiempo no ha conseguido atraer a su movimiento al líder de la izquierda radical, Jean-Luc Mélenchon, erigido en el principal opositor a Macron, que ha preferido convocar su propia manifestación para el próximo día 23, otro símbolo de la división que hay en el frente contra el presidente.
El propio Macron avivó la llama de la manifestación cuando la pasada semana desde Grecia hizo unas declaraciones que han molestado a toda la izquierda, política y sindical: "No voy a ceder ante los vagos, los cínicos ni los extremos".
"Brutos, cínicos, vagos,... todos a la calle", escribió enseguida en su cuenta de Twitter Mélenchon, mientas que Martinez acusó al presidente de tratar de perezosos a "millones de personas privadas de empleo o con trabajos precarios".
Unas palabras que han dolido en algunos sectores y levantado una gran polémica, hasta el punto de que el propio presidente las matizó hoy al asegurar que no se refería a los trabajadores vagos sino a los anteriores Gobiernos que no tuvieron la valentía de afrontar las reformas que necesita el país.
Las palabras de Macron pueden insuflar aire a la huelga de mañana, para la que, hasta ahora, ni la empresa pública de ferrocarriles (SNCF) ni la que gestiona los transportes en París (RATP) han previsto grandes perturbaciones del tráfico, al igual que tampoco los aeropuertos.
El Gobierno conocerá, sin embargo, si las reformas que ha lanzado, que considera legítimas por haber sido refrendadas en las urnas en las presidenciales y las legislativas, levantan en la calle la misma oposición que las que lanzó hace años el conservador Nicolas Sarkozy o, más recientemente, Hollande.
En ambos casos, cientos de miles de personas salieron a las calles de Francia contra la reforma de las pensiones o las del mercado laboral.
