El río Guadalmedina sigue considerándose la cicatriz de la ciudad. El recuerdo de una herida urbanística que nunca se ha sabido subsanar y que no sólo divide a la ciudad sobre el plano sino también a la hora de buscar una solución. Precisamente lo del desenlace que nunca llega es un mantra que se lleva repitiendo desde hace tantas décadas que se han convertido en siglos. De hecho, siendo gobernador de Málaga Teodoro Reding, ya tenía entre sus inquietudes saldar esta cuestión. No sólo no llegaron a buen puerto sus intenciones sino que en la actualidad parece estar parada. El doctor en historia Antonio Carmona considera que con este río “no se hizo como en otras ciudades como Granada o Almería cuyos ríos se convirtieron en un parque o en una avenida, o como en la malagueña calle de la Victoria, que abovedó el arroyo de la Amargura”.
Con este río no se hizo como ocurrió con la calle de la Victoria, que abovedó el cauce del arroyo de la Amargura
Estos desacuerdos de criterio confluyeron en la necesidad de construir puentes que favorecerían la cercanía de las dos mitades de la ciudad y ayudar en caso de inundaciones. Muchas de estas construcciones acogen en si mismas historias y curiosidades propias que en ocasiones pasan desapercibidas para el viandante. Si paseamos en dirección a su desembocadura partimos desde el puente de Armiñán, que conecta el barrio de El Molinillo con la Trinidad. Le sigue el puente Alfonso XIII, que fue el monarca que lo inauguró, más conocido como el puente de la Aurora, por el antiguo convento de la Aurora María que se encuentra en su extremo oeste.
Le sigue el de la Trinidad, para ahora, hacer un alto en un puente cuya historia trasciende a la historia local; el puente de Santo Domingo, también conocido como el Puente de los Alemanes, ya que fue el pueblo alemán el que sufragó su construcción en agradecimiento a Málaga por su ayuda en el naufragio de la fragata Gneisenau. Tal y como explica Antonio Carmona, gracias a la ayuda local se pudo salvar a la mayoría de la tripulación, teniendo que lamentar alrededor de 40 pérdidas de una dotación de 466 marineros. Incluso hubo malagueños que fallecieron en el intento de rescatar a los afectados. Su inconfundible estructura de hierro desemboca en la margen derecha en la capilla callejera de la Virgen de los Dolores (del Puente).
De los restantes, tres de ellas ostentan el nombre de sendas devociones de la ciudad. El de la Esperanza, en honor a la dolorosa de El Perchel y que en su inauguración, a principios de los 90, se pintó el asfalto de verde; el de la Misericordia, se llama así por el Nazareno conocido como ‘El Chiquito’, y el del Carmen, por Nuestra Señora del Carmen Coronada, que recibe culto en su cercana parroquia. En medio, el Puente de Tetuán, que en la actualidad se encuentra parcialmente destruido por las obras del Metro y que es a su vez, una de las grandes arterias de la ciudad. Amén de la pasarela que une El Perchel sur con el Centro de Arte Contemporáneo (CAC), se cierra el cauce con el puente de hierro, paralelo al Puerto de Málaga.
Málaga
Cruzar la cicatriz de la ciudad
Un recorrido por los diversos puentes que atraviesan el río Guadalmedina a su paso por el centro histórico de Málaga
Un recorrido por los diversos puentes que atraviesan el río Guadalmedina a su paso por el centro histórico de Málaga
La solución al cauce no llega a pesar del paso de los años y todo apunta a que habrá que seguir esperando
La ayuda de los malagueños en el naufragio de la fragata Gneisenau se plasmó en uno de los símbolos urbanísticos locales
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