España rememoró la frustración en un Mundial en el estadio Luzhniki de Moscú, eliminada en los penaltis en octavos de final, lejos de las expectativas, sin el fútbol que la hizo enorme e imparable para sus rivales no hace mucho y a trompicones por un torneo en el que ya había bordado el precipicio.
Capaz de rebelarse contra las adversidades frente a Portugal (3-3), solventó de rebote el duelo con Irán (1-0) y salvó a última hora la derrota ante Marruecos (2-2), irreconocible en ambos duelos; en el momento definitivo, insistió e insistió, pero sin éxito contra Rusia. Controló sin profundidad y se marchó por la puerta de atrás del Mundial en los penaltis, con fallos de Koke e Iago Aspas.
La selección española ya se parece casi en nada a aquella que deslumbró al mundo con un ciclo impactante e inigualable en la historia, de dos títulos europeos y uno mundial consecutivo de 2008 a 2012. Ya no es aquel campeón. Ni tiene su fútbol ni su pegada ni su determinación. No la tiene desde hace tiempo, desde Brasil 2014.
18 de junio de 2014. Estadio Maracaná. Río de Janeiro. España había sido eliminada por Chile en el Mundial 2014 (2-0), en el que defendía el título de campeón. En solo dos partidos estaba fuera. Andrés Iniesta: "Es una decepción muy grande para nosotros y para la gente. El golpe es muy fuerte por todo. Nos pesa muchísimo".
27 de junio de 2016. Estadio Saint Denis. París. Eurocopa 2016. España es doblegada en octavos de final de forma incontestable por Italia (2-0). Gerard Piqué: "No tenemos el nivel de hace unos años cuando éramos campeones de Europa y del Mundo. Esta eliminación sirve para ponernos en nuestro sitio". Autocrítica sin excusas.
1 de julio de 2018. Estadio Luzhniki. Moscú. España se despide del Mundial 2018 en octavos de final. Fue mejor. Pero es un fracaso. No hay matices cuando un firme favorito se va tan pronto fuera del torneo, que se encontró por deméritos ajenos el primer puesto el pasado lunes y que ha perdido cuando parecía que levantaba el vuelo.
España cayó definitivamente contra Rusia. El anfitrión, un desafío insuperable para ella cada vez que se lo ha cruzado ya sea en una Eurocopa o un Mundial, ya por las diez ocasiones, sentenció una realidad que ya había ofrecido síntomas, demasiados, pero que nadie dentro de la selección quería creer hasta este domingo.
El equipo contraatacó a las críticas de los medios de comunicación, con el mayor énfasis Thiago Alcántara; insistió en los números, en los 23 partidos invicto en dos años, con 15 victorias y ocho empates, con goles en cada uno de esos encuentros; y apeló a su talento, sus condiciones o su personalidad para armar la reacción.
Habló mucho de "autocrítica". Ha sido la palabra más repetida quizá de puertas para afuera desde el 'cuartel general' de Krasnodar después del 2-2 del pasado lunes ante Marruecos, enfocada a la defensa, a una serie de errores considerados puntuales. No la plasmó con la rotundidad esperada y requerida sobre el césped este domingo.
No ha valido ni el giro en el once de este domingo desde el banquillo. Fernando Hierro, que asumió el cargo apenas dos días antes del debut, con el despido fulminante de Julen Lopetegui por el anuncio de su fichaje por parte del Real Madrid, primero apeló a la continuidad de la idea; después, hoy, tomó decisiones en el once.
Hasta entonces, Hierro había apostado firmemente, incluso contra el rendimiento, por un 'diez' tipo (David de Gea; Dani Carvajal, Sergio Ramos, Gerard Piqué, Jordi Alba; Sergio Busquets; Andrés Iniesta, David Silva, Isco Alarcón; y Diego Costa) al que ha añadido una variable en cada encuentro, un retoque nada más, a pesar del apurado 0-1 ante Irán o del decepcionante 2-2 con Marruecos.
Este domingo, incluyó tres cambios, el previsible de Koke Resurrección por Thiago Alcántara para rearmar el medio centro junto a Sergio Busquets, pero añadió dos más inesperados: por un lado contó con Nacho Fernández, goleador ante Portugal, para fortalecer defensivamente el lateral derecho en lugar de Dani Carvajal; por otro, quitó a Andrés Iniesta para desbordar con Marco Asensio.
España, al contrario que ante Portugal e Irán, también golpeó primero en el marcador, por medio del propio Asensio en un lanzamiento de falta que terminó en gol en propia puerta, y al contrario que frente a Marruecos fue el controlador absoluto del partido, salvo en el penalti de Gerard Piqué y en el empate (1-1).
Realmente, ni siquiera perdió el partido, definido en los penaltis. No ha caído en ninguno de sus últimos 24 encuentros, con 15 triunfos, ocho empates, 74 goles a favor y 17 en contra en dos años, desde la eliminación en octavos de la Eurocopa 2016, en la que sintió la misma sensación de fracaso que este domingo en Rusia 2018.
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La selección española revive la frustración
Sin el fútbol que la hizo enorme e imparable para sus rivales no hace mucho y a trompicones por un torneo en el que ya había bordado el precipicio
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