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Arcos

103 años ‘como una flor’

Margarita Orellana celebra su cumpleaños con todo el cariño de su familia y el respeto de vecinos y amigos

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  • Margarita junto a su hija Isabel, que pone voz a los recuerdos y vivencias de su anciana madre. -

Hace dos años celebrábamos junto a ella su 101 cumpleaños en este mundo. Entonces no dábamos crédito a tanta longevidad. Ahora menos, pues la vecina de Arcos Margarita Orellana Aguilar ha cumplido 103 años y, que sepamos, es la abuela de la ciudad. Sigue igual, tan presumida, esperando la visita de los medios y de sus vecinos que tanto la admiran.

Margarita nació en Torre Melgarejo, en Jerez. Sus padres se dedicaron a las faenas del campo, entre ellas la cría de cabras. De pequeña, marchó a vivir a Arcos, el Barrio Bajo, junto a la plaza de La Caridad. Tuvo siete hijos y sus nietos y bisnietos se cuentan por docenas. De hecho, en este feliz reencuentro, los suyos nos ha confirmado que se han incorporado dos bisnietos más.

Por su edad, ha conocido las dos guerras mundiales y la civil española, de la que recuerda cómo mucha gente huyó al campo por temor a represalias. Hace poco recordaba como uno de los días más especiales de su vida el que José Antonio Primo de Rivera inauguró los sifones de la Junta de los Ríos, esa infraestructura hidráulica sobre el río Majaceite que en Arcos se conoce vulgarmente por su fisonomía como “Las morcillas”.  Entonces era una niña de doce años. O cuando “El hombre pisó la luna...”.

Mañana sábado, sin ir más lejos, Margarita se sentará a la mesa con sus hijos, nietos y bisnietos para celebrar, con tarta incluida, su 103 cumpleaños. A diferencia de nuestro encuentro anterior, Margarita ya apenas habla, aunque cuando hablan los demás suele irrumpir con no sé qué. Se ríe con gran facilidad aunque no se sepa de qué, y su sonrisa brilla con luz propia desde el cómodo sillón del salón en que la han sentado para estar bien cómoda y ver la vida pasar por su calle.

Su hija Isabel nos ha contado que esta semana la ha visto el médico y que le ha dicho que está muy bien de salud para su edad. Su único achaque es una diabetes que por ahora no es grave, es decir, ‘peccata minuta’ para una mujer tan mayor.  Isabel, que no sabría decir cuál es el secreto de su madre para vivir tanto tiempo, comparte que la clave ha podido ser la alimentación y el clima de otra época, sin tanta contaminación, porque si es cierto que el trabajo desgasta, Margarita ya no estaría en este mundo, pues siempre fue una mujer incansable en las tareas del campo y en el cuidado de los hijos. Su gran virtud es la salud y el ver cómo el inexorable paso del tiempo le ha concedido gran benevolencia para ser un testigo directo de los grandes acontecimientos de dos siglos. 

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