En una escena de ‘Mula’ -producción norteamericana de 116 minutos de metraje, dirigida por Clint Eastwood, escrita por Nick Schenk, sobre un artículo de Sam Dolnick a propósito de un personaje real Leo Earl Sharp (1924-2016), con una excelentes fotografía de Yves Bélanger y banda sonora de Arturo Sandoval y protagonizada por el propio director, entre un amplio reparto del que se escribirá más tarde, que no actuaba en ninguna de sus películas desde ‘Gran Torino’ (2008)- Alison Eastwood, su hija en la ficción y en la realidad, le comenta al personaje de Earl Stone/Clint Eastwood : “Eres de floración tardía”
Una frase que puede aplicarse también a esta propuesta de un hombre, un clásico del cine viviente, cuya cosecha es la de 1930, luego el 31 de mayo cumplirá los 89. Un hombre que nos ha regalado obras mayores como, por poner mínimos ejemplos, ‘Sin perdón’ (1992), ‘Los puentes de Madison’ (1995), ‘Poder absoluto’ (1997), ‘Mystic River’ (2003) o ‘Million Dollar Baby’ (2004).
Un hombre que, contrariamente a lo que quien esto firma pensaba, ya está preparando el rodaje de ¡¡¡otra!!! para este año, ‘Impossible Odds’, algo así en castellano como Probabilidades Imposibles, basada en el hecho real del secuestro de la trabajadora humanitaria Jessica Buchanan y de su compañero Poul Hagen en 2011 en Somalia. Fuentes de SensaCine y Wikipedia. Frente a esa suerte de trilogía suya anterior dedicada a héroes -o a los que él considera como tales…- norteamericanos ejemplificada en ‘El francotirador’ (2015), ‘Sully’ (2016) y ‘15.17 tren a París’ (2018), el realizador glosa aquí a otro compatriota, pero desde un registro bien distinto.
Tan distinto como el reverso de la moneda. O lo que es lo mismo, un antihéroe, aunque veterano de guerra, anciano y solitario, a quien su familia rechaza por sus continuas ausencias. Al borde de la quiebra en su negocio de horticultura -otrora de gran éxito, habiendo ganado importantes premios con sus variedades florales- por la irrupción de las ventas online, el azar le pone en la tesitura de ganar un dinero sustancioso y fácil transportando mercancía que, al principio, ignora que es ilegal. Que, en definitiva, está trabajando para un cártel mexicano de drogas, ejerciendo como mula, la mula de más edad y, por eso, tanto menos sospechosa.
Delincuente y padre ausente también lo fue en esa maravilla, para quien esto firma, ‘Poder absoluto’ (1997) o lo segundo, y no lo primero, en la magistral ‘Million Dollar Baby’ (2004), ambas ya citadas. De hecho, parece ser uno de los leitmotivs de su filmografía… Y en referencia a hijas, como también en este caso. Pero aquí, además, es abuelo. Pero aquí, además, es un hombre que encara el último tramo de su vida consciente de sus errores y de las consecuencias de sus actos.
Pero aquí, además, busca la expiación y la redención posterior. Pero aquí, además, sabe, de nuevo, reírse de sí mismo y de sus ideas racistas y reaccionarias. Pero aquí…
Estamos ante una propuesta menor, pero nada desdeñable. Ni tan redonda, ni tan intensa, ni tan conmovedora, ni tan profunda, como las mejores marcas de la casa, pero en la que son reconocibles sus señas de identidad. Aunque sea a ráfagas, aunque a quien esto firma le sobre esa utilización tan objetal de las mujeres de la troupe, por llamarla de alguna manera de ese inesperado Andy García y la trama de los agentes antinarcóticos sea muy banal y tanto Bradley Cooper como Laurence Fishburne estén desaprovechados. Aunque los viajes resulten reiterativos.
Pero, de ahí lo de la floración tardía, en la segunda parte resaltan su poder evocador, su humor, su ironía, su melancolía, su desengaño, su tono crepuscular, su dignidad al encarar las afrentas del tiempo, su socarronería y ese final tan inesperado. El hecho de revelarse a través de su personaje. al que compone con excelencia, y sus relaciones con las tres mujeres de su vida, ellas sí estupendas: Dianne Wiest, Alison Eastwood y Taissa Farmiga.
Es evidente que deben verla.