El mayor estudio realizado hasta la fecha de ADN antiguo procedente de la Península Ibérica ofrece nuevos conocimientos sobre las poblaciones que vivieron en esta región durante los últimos 8.000 años. El descubrimiento más sorprendente sugiere que los cromosomas Y locales se vieron casi completamente remplazados durante la Edad del Bronce.
El trabajo se publica online en Science el 15 de marzo por parte de un equipo internacional de 111 personas liderado por investigadores de la Facultad de Medicina de Harvard (Harvard Medical School) y el Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona. El equipo de Gibraltar que participa en el proyecto incluye a Clive Finlayson, Geraldine Finlayson, Stewart Finlayson y Francisco Giles Guzmán. Gibraltar cuenta con dos instituciones representadas en el artículo: el Museo Nacional de Gibraltar y el Instituto de Ciencias de la Tierra y la Vida de la Universidad de Gibraltar.
“Esta es la primera vez que hemos publicado ADN humano antiguo procedente de Gibraltar” manifestó el Profesor Clive Finlayson. “Resulta realmente fascinante participar en esta labor de vanguardia”.
Tres varones gibraltareños de la Edad del Bronce, datados entre 2.000 y 1.500 AC e incluidos en el estudio, no cuentan con ninguna relación familiar cercana pero si tienen una conformación genética muy similar al de otras muestras de la Edad del Bronce obtenidas en la Península Ibérica. Los análisis indican que, comenzando desde el 2.500 AC y durante unos 500 años, se produjeron eventos sociales tumultuosos que remodelaron el linaje paternal ibérico hasta el presente.
“Esta es una de las principales pruebas de un sesgo de género durante el periodo prehistórico obtenidas a partir de estudios de ADN” añadió Íñigo Olalde, investigador postdoctoral del laboratorio de David Reich en la Facultad de Medicina de Harvard y primer autor del estudio.
“Los tres individuos de la Edad del Bronce procedentes de Gibraltar fueron confirmados como varones mediante análisis genético” comentó la Profesora Geraldine Finlayson. “Es muy probable que tuvieran una piel pálida y ojos oscuros y que fueran intolerantes a la lactosa” añadió.
El estudio también resalta la variación genética entre los antiguos cazadores-recolectores, documenta la mezcla entre antiguos íberos e individuos procedentes del norte de África y el Mediterráneo, y proporciona una explicación adicional sobre por qué los vascos actuales, que tienen una cultura y lenguaje muy particulares, son tan ancestralmente diferentes de otros habitantes de la Península Ibérica.
Algunos de los hallazgos apoyan o clarifican lo que ya se sabía acerca de la historia y prehistoria de la Península Ibérica, mientras que otros plantean nuevas dudas.
“Resulta sorprendente como la tecnología de ADN antiguo, combinada con información sobre arqueología, antropología, lingüística y el estudio de registros históricos, es capaz de dar nueva vida al pasado” manifestó David Reich, Profesor de genética en el Instituto HMS Blavatnik, investigador del Instituto Médico Howard Hughes y coautor del estudio.
El equipo analizó genomas procedentes de 403 iberos antiguos que vivieron aproximadamente entre el 6.000 AC y el 1.600 DC, 975 individuos de fuera de la Península Ibérica y unas 2.900 personas contemporáneas. Entre estos sujetos se incluyó a un individuo que vivió en Gibraltar alrededor del 5.400 AC y a tres que vivieron en Gibraltar entre el 2.000 y el 1.500 AC. “Resulta increíble lo que las nuevas tecnologías están descubriendo. Cuando excavamos los restos de estos individuos, hace más de diez años, nunca habría imaginado que hoy en día estaríamos hablando acerca de su ADN” declaró Fran Giles, arqueólogo y Director Científico del Museo Nacional de Gibraltar.
En total, 271 de los antiguos genomas ibéricos (incluyendo los de Gibraltar) no habían sido publicados anteriormente. Casi dos tercios provenían de esqueletos no más antiguos que el 2.000 AC, multiplicando por 25 el número de genomas publicados procedentes de este periodo relativamente reciente.
Figuras Paternas
Remontándose al 2.500 AC, los investigadores han descubierto que los íberos comenzaron a vivir junto a individuos que llegaron de Europa central y aportaron material genético procedente de las estepas rusas. Los análisis demostraron que, en tan solo unos cientos de años, los dos grupos se habían entremezclado extensamente.
Para sorpresa de los investigadores, los hombres y las mujeres de ambos grupos contribuyeron proporciones de ADN marcadamente diferentes a las generaciones siguientes.
Antes de la llegada de los individuos de Europa central, los íberos no mostraban ningún linaje reciente detectable procedente de fuera de la Península. Sin embargo, después del 2.000 AC, un 40% de todos los antepasados de los íberos y el 100% de sus antepasados patrilineales —es decir, sus padres, abuelos, bisabuelos, etc— muestran lazos con los grupos que llegaron de Europa central.
“Los resultados son extraordinarios” añadió Carles Lalueza-Fox, un ponente habitual de las conferencias Calpe de Gibraltar, principal investigador del Laboratorio de Paleogenómica del Instituto de Biología Evolutiva y coautor del estudio. “Los datos sugieren que se produjo un importante cambio genético que no resulta obvio mediante los registros arqueológicos”.
Todavía no está claro qué podría haber causado un trastorno tan dramático.
Según Olalde “sería un error saltar a la conclusión de que los hombres ibéricos fueron víctimas de homicidios o desplazamientos forzosos, ya que los registros arqueológicos no ofrecen pruebas claras de un aumento de la violencia durante este periodo”.
“Una posibilidad alternativa es que las mujeres ibéricas locales prefirieran a los recién llegados de Europa central en un contexto de “fuerte estratificación social”” explica Lalueza-Fox.
Los investigadores hacen hincapié en que los datos genéticos no revelan toda la historia por sí solos.
“Es necesario recurrir a disciplinas como la arqueología y antropología para obtener nuevos conocimientos sobre las presiones que impulsaron estos patrones genéticos” explicó Reich.
“Nuestro estudio ofrece un cambio de perspectiva e invita a examinar el registro arqueológico con una mirada diferente” dijo Lalueza-Fox.
El análisis de muestras adicionales de este periodo —los investigadores contaban con unas 60— podría ofrecer más detalles acerca del intercambio genético o revelar que los cromosomas Y cambiaran menos en algunas poblaciones o regiones ibéricas que en otras.
El equipo descubrió que, con el paso de los siglos, la herencia paterna continuó evolucionando. Aun así, la mayoría de los hombres ibéricos actuales pueden trazar sus orígenes hasta estos recién llegados en la Edad del Bronce.
Una sección del tiempo
Otros hallazgos incluyeron:
Grupos de cazadores-recolectores esparcidos por toda la Península Ibérica mostraban un material genético notablemente diferente entre sí durante la Era Mesolítica, desde el 8.000 hasta el 5.500 AC, lo cual sugiere que nuevos grupos de cazadores-recolectores emigraron hasta la Península Ibérica y transformaron las poblaciones locales antes de que llegasen los agricultores de Anatolia (actualmente Turquía), con su propia herencia genética. El individuo gibraltareño del 5.400 AC encaja con este patrón. Stewart Finlayson, del Museo Nacional de Gibraltar y coautor del artículo, manifestó “el análisis genético demuestra que se trataba de una mujer. Su linaje es muy similar al de otras muestras del Neolítico antiguo halladas en Iberia y no tanto al de otros individuos del Neolítico medio, con casi un 90% de su material genético relacionado con el de poblaciones neolíticas de Anatolia y un 10% de su linaje relacionado con europeos del Mesolítico. También sabemos que era intolerante a la lactosa, como los demás individuos de su época”.
Un individuo enterrado en Iberia entre el 2.400 y 2.000 AC tenía un linaje íntegramente procedente del norte de África y un segundo individuo que vivió entre el 2.000 y 1.600 AC tenía antepasados del norte de África. Los investigadores saben que en aquella época existía el comercio entre ambas regiones y el nuevo estudio confirma que también se movieron personas desde África a Europa.
Muestras procedentes de individuos de la Edad del Hierro que vivieron entre el 900 y 19 AC en áreas donde se hablaban lenguas muy diferentes, mostraron una proporción de material genético de las estepas rusas. Según los autores del estudio, esto indica que el influjo de personas no siempre produce cambios lingüísticos, específicamente la adopción de lenguas indoeuropeas.
Los vascos actuales son muy similares en términos genéticos a los individuos de la Edad del Hierro en toda la Península Ibérica, lo cual ha llevado a los investigadores a la hipótesis de que la lengua y linaje vascos se mantuvieron relativamente intactos durante el paso de los milenios, mientras que otros grupos a su alrededor se mezclaron y cambiaron de manera más significativa.
El linaje del norte de África estaba mucho más repartido en la Península Ibérica durante el periodo romano (entre el 20 AC y 400 DC) de lo que se pensaba anteriormente, especialmente en el sur. El influjo genético tuvo lugar mucho antes de que Tarik ibn-Zeyad llegase a Gibraltar en el 711 DC para comenzar la conquista de la Península Ibérica por parte de las poblaciones del norte de África.
El Ministro de Educación, Patrimonio, Medio Ambiente, Energía y Cambio Climático, John Cortés, manifestó “Una vez más, la labor del Museo Nacional de Gibraltar se encuentra en la vanguardia de la investigación científica internacional. Nos sentimos muy orgullosos de ello y, en particular, de la relevancia de nuestra prehistoria a la hora de recomponer nuestro pasado”.