Han dedicado toda su vida a enseñar a niños y jóvenes para que estén mejor formados para encarar su futuro, pero también para que sean mejores personas. Son los maestros y maestras de toda la vida que ahora se jubilan.
El Ayuntamiento de Arcos les ha brindado como viene haciendo desde hace años un emotivo homenaje, celebrado en esta ocasión en el teatro Olivares Veas. La convocatoria de la Delegación municipal de Educación ha reunido a compañeros y familiares de los profesores y profesoras jubilados, y ha servido sobre todo para poner de relieve la importancia de la figura del educador y de la trascendencia de la misma en las distintas generaciones de arcenses que han pasado por sus manos.
Por ello, estos maestros comienzan a vivir otra vida, la de su jubilación, con todo el tiempo libre del mundo para dedicarse a muchos asuntos que, precisamentepor falta de tiempo, han dejado aparcados estos años, porque siempre han consagrado su tiempo y espacio a sus alumnos y alumnas.
El colegio La Salle se llevó la palma con tres profesores jubilados: Manuel García Ramírez, Alfonso Pérez Ruiz y Emilio Romero Godoy; pero también el IES Guadalpeña jubila a tres profesores: Joaquín Núñez Amarillo, Alicia Treviño Martín y María Victoria Chicote Simón. El CEIP El Santiscal hace lo propio con Dolores Fernández Cazorla; el IES Alminares con Julio Atienza Vázquez, Lola Campos Anguita y Merche Sancha Alberola. El IES Los Cabezuelos jubila a su profesor Rafael Galán Abadía; el CEIP San Francisco a la maestra Eloísa Guerrero Lea; el colegio rural Poeta Julio Mariscal jubila a Antonio Benítez Gil, y el CEIP Alfonso X a Juan Carlos Macías Guerrero. Por último, también se jubila la maestra del CEIP Juan Apresa María Dolores Carmona Rodríguez.
35 años después (Opinión)
Aún cierro los ojos y veo aquella clase del colegio La Salle esperando a nuestro primer profesor de EGB, un tal don Emilio. Yo debía tener seis años. Don Emilio volvió tras la mili para darnos clase en tercero. En cuarto nos cogió un maestro con cierta fama de duro, don Alfonso. En sexto, un más ‘buena gente’, don Manuel. Y para terminar la EGB, nos daba clase Joaquín -éste no era don, era un joven del barrio-. Estoy escribiendo de Emilio Romero, de Alfonso Pérez, Manuel García y Joaquín Núñez, todos profesores míos en La Salle. A ellos sumo, pero ya en el IES Alminares, a Julio Atienza, a cuyo homenaje estudiantil de hace unas semanas asistí con la misma emoción que embarga a un adolescente.
El miércoles fui al teatro Olivares Veas y me llevé la sorpresa en algunos casos de que ya se jubilan mis maestros de siempre, como si uno no se hiciera mayor... Nuestro Ayuntamiento, a través de sus representantes, les agradecía, junto a otros compañeros de otros centros que también se jubilan, toda una vida de servicio. Poco se puede añadir, o mucho, a esta tarea sempiterna de la educación que no se haya dicho, pero gracias a ellos -mis profesores- hoy cierro de nuevo los ojos y miro con cariño y gratitud lo vivido y lo mucho recibido.