El pasado martes nos enterábamos del desalojo por parte de la Policía Local de Cádiz de una finca urbana en la calle Sagasta ante el riesgo que comportaba la concentración de 250 jóvenes, en su mayoría Erasmus, que estaban en una fiesta de cumpleaños.
Por si usted no lo sabe, un Erasmus es un alumno universitario extranjero, que pertenece al programa con el mismo nombre, y que consiste en un plan de gestión que apoya y facilita la movilidad académica de los estudiantes y profesores universitarios dentro del Espacio Económico Europeo, además de Albania, Armenia, Noruega, Bielorrusia, Bosnia y Herzegovina, Georgia, Moldavia, Montenegro, Rusia, Ucrania, Bután, Indonesia, Kazajistán, Kirguistán, Turkmenistán, Argelia, Burkina Faso, Camerún, Costa de Marfil, Egipto, Gabón, Marruecos, Túnez, Senegal, Jordania, Líbano, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Guatemala, Honduras, México y Perú.
En otras palabras, el Programa Erasmus promueve el intercambio de estudiantes entre las distintas universidades europeas.
Para las clases correspondientes al primer semestre del curso académico 2019-2020, la Universidad de Cádiz (UCA) ha recibido un total de 632 estudiantes extranjeros, de los cuáles 461 pertenecen al Programa Erasmus.
Una de las estudiantes de Erasmus que están cursando actualmente en Cádiz sus estudios es Irina Popova. A sus 23 años, esta joven natural de Kazán (Rusia) está haciendo un Máster de Contabilidad, y lo primero que nos dice entre risas es que “yo no estuve el otro día en la fiesta, me la perdí”.
Nos cuenta que a su llegada “noté que en Cádiz las casas son bastante diferentes, es otro tipo de arquitectura”.
Lleva viviendo en la tacita de plata desde el pasado mes de junio, y en pocos meses se ha enamorado de la ciudad que la acoge, y de su gente. “Los gaditanos son muy amables, te tratan muy bien, son muy abiertos” y aunque “no hable del todo bien el castellano, intentan entenderte y si te equivocas te corrigen”.
Afirma que la personalidad de un gaditano difiere mucho con la de un ruso. “Aquí la gente se ríe de la política, hacen muchas bromas y muchas cosas malas se las toman bien”, sin embargo “allí en Rusia si haces una broma como las que hacen aquí, no la van a entender”.
En el momento que se escribe este reportaje, y con una diferencia de dos horas, en Kazán a las 19.22 horas hace una temperatura de -4º, mientras que en Cádiz está previsto que haga 15º a esa hora, hay una diferencia de 19º, y claro, las comparaciones son odiosas. “El clima aquí es fantástico, me encantan las playas de Cádiz. Allí lo más parecido que tenemos es el Río Volga”.
Tiene claro que se quiere quedar a vivir en Cádiz. “Cuando llegué aquí fui a visitar otras ciudades como Ronda, Málaga o Córdoba”, pero “ninguna es como esta”.
Como decíamos anteriormente, Irina está haciendo un Máster de Contabilidad, y al igual que en el clima, la arquitectura y la forma de ser de la gente, también hay diferencias en el ámbito académico.
“En España tenéis el Campus Virtual (sistema informático de la Universidad que permite a los alumnos descargar el temario, ver el calendario de exámenes, etc.) y funciona baste bien, allí lo profesores no cuelgan nada”.
Reconoce que “aquí un profesor te trata como lo que eres, un alumno, allí si un profesor te ve reírte mucho con tus amigos en un descanso entre clases piensa de ti que eres tonto, y llega a ser algo personal contra ti”. Además, “en Rusia no hay tutorías con los profesores como en España”.
Uno de los platos típicos de la gastronomía rusa es la sopa borsch, que es una sopa de verduras que lleva cebolla, nabo, col verde o blanca, zanahoria y remolacha, entre otros ingredientes. “La comida aquí está mucho más buena y tiene menos grasa que la rusa”, comenta.
“En Cádiz se cocina muy bien y la comida de aquí es la mejor”. Se ríe reconociendo que “me vuelve loca el pescado frito” y reconoce ser clienta habitual de la Freiduría de la Plaza de las Flores, “aunque también me gusta mucho la tapería de Columela y la pringá de Cumbres Mayores”.
“Me gustan los platos típicos de España como la paella, el gazpacho, los flamenquines, las croquetas, el puré de verduras”, pero “no hay nada como el pescado frito”. “La gastronomía de aquí se diferencia también por el clima, crecen otro tipo de productos que en Rusia”.
Irina Popova, una joven de 23 años, natural de Kazán, es una de las muchas afortunadas que han podido conocer Cádiz, y enamorarse de la ciudad, su gente y su todo.