Aunque se intenten controlar con pactos societarios etc. el peso político de Lukoil en Repsol será muy difícil que quien controla el 30% de su capital social no termine mandando. La idea de que es posible meter al oso ruso en una jaula es de una ingenuidad abrumadora y supone no entender la lógica de poder de la Administración Putin que siempre ha declarado que la energía era uno de los vectores estratégicos de su política.
La operación responde a dos variables básicas. Por un lado, los amigos bancarios y empresariales del gobierno la necesitaban en un caso para recuperar sus créditos y en otro para evitar la quiebra. Curiosamente sólo los rusos estaban dispuestos a pagar un precio cercano al que compró Sacyr, esto es, el resto de los operadores o cualquier inversor no político no podían adquirir ese paquete porque no era el que marcaba el mercado. Por otro lado, el gobierno ha buscado forjar una relación especial con Rusia.
Ha entrado Lukoil porque lo de Gazprom era ya impresentable. Era el Estado ruso sin tapujos. En cualquier caso, la operación mete a los rusos o los meterá en América Latina, lo que no consiguieron en los años de la Guerra Fría y esto se produce en un momento de tensiones en las relaciones de Europa y los EEUU con la patria de los zares.