No están en la primera línea del frente contra la COVID-19 ni pueden tener contacto con infectados, pero los estudiantes de sexto de Medicina que han sido movilizados en esta crisis sanitaria ayudan en la atención a familiares, en la búsqueda del patrón epidemiológico del virus o en teléfonos de emergencia.
Son muchas más las manos de futuros médicos las que se han levantado para responder a la llamada del Ministerio de Sanidad y las consejerías, pero de momento solo unos cincuenta han sido contratados en hospitales para "labores no asistenciales", subraya en una entrevista con Efe Alba Lordán, estudiante de la Autónoma de Barcelona.
Ella, junto a otras siete compañeras de su misma facultad, han sido contratadas en el hospital Germans Trias i Pujol de Badalona (Barcelona) para informar a los familiares de su evolución, resultados de pruebas e incluso del fallecimiento.
Es "un golpe de realidad", dice Lordán, que les está sirviendo para aprender una asignatura que no está en los libros: "la comunicación, la gestión de las emociones, intentar transmitir empatía a la vez que das toda la información técnica".
Ya ha tenido que enfrentarse a dar la mala noticia del fallecimiento de un ser querido. "Durísimo, muy complicado", asegura esta futura pediatra si aprueba el MIR y consigue la nota.
Trabaja siete horas diarias y seis días a la semana y percibe un salario de 2.500 euros brutos al mes, bastante más alto que otros estudiantes de Medicina pero que, según ella, se debe no tanto a la labor que desempeña sino al mayor riesgo de contagio que tiene por estar en las mismas plantas que los enfermos y en contacto directo con el personal sanitario que les atiende.
En el Hospital Virgen de la Salud de Toledo está trabajando desde el 25 de marzo Laura López, alumna de la Universidad Rey Juan Carlos, quien no tiene palabras para describir la experiencia "inimaginable" que está viviendo.
Aunque su contrato les prohíbe atender pacientes, se sienten muy útiles desde la retaguardia y agradecidos de tener la oportunidad de colaborar "un poquitín a que esto acabe antes".
Lo que Laura López hace junto a otros estudiantes es recopilar datos epidemiológicos de las personas infectadas en el hospital, recabando la información del diagnóstico, los síntomas que han sufrido, si han estado o no en la UCI y el tratamiento que han recibido.
Toda esa información que, por los conocimientos que tienen saben interpretar, se la remiten a los epidemiólogos para que éstos puedan realizar los estudios sobre el comportamiento de este patógeno, del que todavía hay muchísimas respuestas sin contestar.
Dedica siete horas diarias, de lunes a viernes, a esta tarea sobrevenida por la que le pagan una retribución de unos 1.300 euros brutos mensuales.
A ella siempre le han gustado las especialidades quirúrgicas pero ahora no descarta la posibilidad de la Medicina Preventiva y la Salud Pública. "No sé si tendrá algo que ver la situación de la pandemia", dice.
María Fernández, que estudia en la Autónoma de Madrid y hace unos días se incorporó al hospital de La Paz, realiza una tarea similar a la de Laura Sánchez, un trabajo que pone en valor porque sin esas referencias "no se puede saber nada del virus".
Lo que interesa ahora es "analizar el máximo de datos en el mínimo tiempo posible", subraya esta estudiante de sexto curso, que tras pasar por esta experiencia se reafirma en su vocación como médico de Familia o de Urgencias.
Otra de las cosas en las que está trabajando es en un estudio para detectar el estrés agudo provocado por esta emergencia sanitaria entre el personal hospitalario, una prueba que se repetirá dentro de seis meses -explica- para analizar el estrés postraumático.
Guillem Martín, que quiere ser anestesista, lleva tres semanas atendiendo el teléfono de emergencias 061 de Cataluña y clasificando los casos en función de la gravedad de los que llaman y que en su mayoría son leves, pero en ningún está autorizado para resolver dudas de diagnóstico ni sobre la medicación.
No todas las llamadas que reciben están relacionadas con el coronavirus y, según dice este estudiante de la Autónoma de Barcelona, hay quien les pregunta si pueden hacer una mudanza con el estado de alarma vigente o si se les está permitido desplazarse a otra vivienda que tienen.
Martín, que ahora trabaja 24 horas semanales, piensa que si bien por los conocimientos que tiene podría ayudar más en un centro hospitalario, él se siente "muy bien y útil" de poder echar una mano en esta catástrofe: "Lo haría gratis, muchos lo haríamos".
España
Estudiantes de Medicina arriman el hombro en la retaguardia
Ayudan en la atención a familiares, en la búsqueda del patrón epidemiológico del virus o en teléfonos de emergencia
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