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La tribuna de Viva Sevilla

El ejemplo de Ragusa

José León Carrión, catedrático de la Universidad de Sevilla, diserta sobre el coronavirus y otras pandemias

Publicado: 21/04/2020 ·
21:49
· Actualizado: 21/04/2020 · 21:49
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Viva Sevilla

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Las pandemias han ocurrido en la humanidad desde siempre.  A mediados del siglo XIV hubo una pandemia que no se pudo controlar que redujo la población de Europa en más de uno 60 %. Fue lo que los historiadores llamaron la “mortífera peste negra”, por la que murieron más de 50 millones de personas  entre 1347 y 1350. En aquella época no había medicinas ni hospitales, con el concepto que tenemos ahora, y era prácticamente imposible controlar los contagios.


 La peste había entrado por la parte sur de Europa. Se llevó por delante a todas las naciones mediterráneas, llegando hasta Inglaterra, por lo que las autoridades de la época tuvieron que tomar drásticas medidas para que la transmisión de la peste fuera menor. Los obispos y gobernantes determinaron que todo habitante contagiado debía ser expulsado de la zona donde vivía, especialmente si era dentro de las ciudades, fomentando que la gente se trasladara al campo al considerar que allí seguramente se curarían, y que si no era así, morirían, acabándose así el problema.


En Mantua, por ejemplo, a todos aquellos que viajaran hacia una región donde hubiera mucha mortalidad por peste o que venían de fuera no se les permitía regresar a la ciudad, hasta el punto de que quien incumpliese la norma debería ser ejecutado. Por esta misma época, en el siglo XIV, una ciudad hizo un planteamiento diferente. Ragusa, actual Dubrovnik, tenía un tráfico marítimo muy elevado, y a la hora de intentar parar la pandemia, se decretó la obligatoriedad de un periodo de 30 días de aislamiento para todos lo ciudadanos que viajaban por la zona y para todos los que querían entrar en la urbe. Además, se habilitó un espacio que estuviera lejos de las murallas de acceso para que se  quedaran allí todos aquellos, tanto nativos como extranjeros, que padecían la peste. Junto a ello, el gran consejo de la ciudad aprobó decretar un “trentino”, consistente en un aislamiento de treinta días. Estas leyes establecían que todos aquellos que vinieran de zonas de peste negra no sería admitidos en la ciudad hasta cumplir el mes de reclusión. Y ningún habitante local podía entrar en contacto con nadie, ni con ningún objeto o animal que estuviera en este área.


Esta orden se vio respaldada por medidas coercitivas: todos aquellos que no se atuvieran a las medidas  quedarían incomunicados hasta que se comprobara o demostrara que no implicaban un riesgo para la salud de la comunidad. Ragusa se convertía así en pionera, al convertirse en la primera ciudad que afrontó con aislamiento y medidas una crisis sanitaria en el siglo XIV, y ello con los pocos medios que tenía.
En las décadas posteriores también se legislaron leyes parecidas. Y en otras partes de Europa tomaron medidas similares, siendo de las más destacadas que el periodo de aislamiento aumentó de 30 a 40 días, por lo que el “trentino” pasó a llamarse “cuarentino”, conocido después popularmente como “cuarenta”. De ahí viene su nombre, y del hecho de haberse comprobado que un mes era insuficiente para controlar la propagación de la enfermedad.


La peste negra fue la pandemia más mortal de la historia de la humanidad. Desde que una persona la contraía hasta que moría pasaban una media de 37 días. Eran síntomas provocados por la bacteria Yersinia, con ampollas, vuvas hemorrágicas en la piel y mucha tos sangrienta.  Salvo para aquellas personas que tuvieran una naturaleza muy fuerte, siempre era mortal. Ragusa fue el primer ejemplo en el mundo de ciudad que se preparó para una cuarentena.  Evoquemos su modelo y la importancia de quedarnos en casa durante este largo confinamiento porque sólo así podremos vencer al Covid-19.

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