No es fácil entender cómo la mayoría de las religiones, con pomposa solemnidad, prohíben cosas inauditas, que tan solo la fe de los fervientes creyentes posibilita su cumplimiento.
“No tomar carne, ni caldo de carne cuando lo manda la Santa Madre Iglesia” -todos viernes de Cuaresma-. Cinco Mandamientos de la Santa Madre Iglesia Católica.
“Os ha prohibido sólo la carne mortecina, la sangre, la carne de cerdo y la de todo animal sobre el que se haya invocado un nombre diferente del de Alá”. Corán 2:173. Libro Sagrado del Islam.
“Se prohíbe el consumo de sangre por lo que los animales y sus carnes deben ser desangrados totalmente antes de ser consumidos. Los peces están exentos de estas reglas”. Santa Torá. Estudio del Pentateuco. Judaísmo
Estas reglas religiosas no suelen afectar la salud; de hecho, algunas constituyen medidas preventivas contra determinadas enfermedades, como la triquinosis, trasmitida por el cerdo, que puede adquirirse al consumir carne contaminada con larvas de un parásito. En otras ocasiones, pueden evitar graves infecciones virales, como el SIDA o la hepatitis C, pero también pueden llegar a poner en peligro la vida de sus seguidores.
PASAJE DE LA BIBLIA
Testigos de Jehová
En 1881, en la histórica ciudad de Filadelfia (Estados Unidos), el pastor religioso Charles T. Russell, fundó la asociación Estudiantes de la Biblia y, meses más tarde, la denominada Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania. De esta última entidad jurídica, surgieron los Testigos de Jehová, congregación religiosa que, actualmente, agrupa alrededor de 9 millones de discípulos distribuidos por el mundo. Esta religión cristiana apostólica primitiva y restauracionista rechaza el dogma de la Santísima Trinidad, adoptando la Biblia como única enseñanza y glorifican el nombre de Jehová -Dios en el Antiguo Testamento-. Desde 1945, las reglas religiosas de los Testigos prohíben recibir transfusiones de sangre y hemoderivados, en base a su interpretación de algunos pasajes de la Biblia.
“Ninguna alma de ustedes debe comer sangre”, “El alma de toda clase de carne es su sangre” (Levítico 17: 10-14), “… que sigan absteniéndose de cosas sacrificadas a ídolos, y de sangre…”, “… porque la sangre es lo que corrompe la tierra…” (Hechos de los Apóstoles 15: 28-29 y 35:33).
En España existen alrededor de 120.000 testigos de Jehová, procedentes de 1.500 congregaciones, que dan ejemplo de su ferviente religiosidad.
Toda persona mayor de edad, consciente, en plena capacidad intelectual, sin sufrir coacción alguna, tiene pleno derecho a rechazar cualquier tratamiento médico no deseado. En nuestro país, el artículo 16 de la Constitución establece la libertad de conciencia y religión. Cuando se trata de niños, mujeres embarazadas y personas que no están en plena capacidad intelectual o bajo coacción, siempre debe primar la protección de la vida, antes que cualquier otra consideración de índole religiosa, legal o ideológica.
Los pacientes quirúrgicos reciben información oral y escrita -consentimiento informado- de que, en determinadas situaciones clínicas, puede ser necesario transfundir sangre y/o hemoderivados para preservar su vida. Por razones éticas y profesionales, los cirujanos y demás personal sanitario, involucrados en cualquier intervención quirúrgica, pueden negarse a participar en la operación y/o los cuidados postoperatorios, cuando el paciente persiste en su negativa a recibir transfusiones sanguíneas.
El reto
Hace 25 años, en el Servicio de Cirugía Cardiovascular de Valdecilla, llevamos a cabo un profundo análisis, planificación y programación de una estrategia de cirugía cardiaca sin sangre, con la participación de destacados dirigentes religiosos de los Testigos de Jehová, con resultados clínicos muy satisfactorios, que continúan en la actualidad. Fue preciso concienciar a todo el personal sanitario involucrado en esta actividad quirúrgica sin utilizar sangre ajena al paciente, en la que constituyeron factores determinantes la confianza mutua y la estrecha relación médico-enfermo.
En 1996, organizamos en Santander un simposio multidisciplinario titulado “Cirugía en los Testigos de Jehová: del problema a la solución”, con participación de jueces, fiscales, sanitarios y empresarios, que tuvo gran repercusión social. Esta reunión puso de manifiesto el derecho a la libertad individual sobre su cuerpo y la necesidad sanitaria de desarrollar estrategias que posibiliten una cirugía segura sin emplear transfusiones sanguíneas. Desde entonces, se ha avanzado mucho en la denominada “Cirugía sin sangre”. Este reto sanitario ha evidenciado que la propia comunidad religiosa fue parte del proceso, colaborando activamente en su éxito y, consecuentemente, en el desarrollo de una cirugía más segura.
RECUPERADOR DE SANGRE FUNCIONANDO EN LA “CIRUGÍA CARDIACA SIN SANGRE”.
Cirugía sin sangre
Las intervenciones quirúrgicas sin utilizar transfusiones sanguíneas se conocen como “Cirugía sin sangre”. Actualmente, gracias a diversos avances técnicos y logísticos, se llevan a cabo importantes operaciones, incluso trasplantes de órganos, sin utilizar transfusiones.
La cirugía coronaria puede realizarse a corazón abierto, con circulación extracorpórea, pero manteniendo el corazón latiendo, con pérdida sanguínea significativamente menor que la cirugía convencional. Las operaciones cardiacas pueden efectuarse mediante pequeñas aperturas del tórax -cirugía mini-invasiva- , utilizando instrumentos especiales, con visión endoscópica a través de un monitor.
Hace años, la tecnología biomédica aportó un ingenioso aparato -recuperador de sangre- que permite el almacenamiento de la sangre perdida durante la operación, añadiéndole un anticoagulante. Este salvador de células, del inglés cell saver, efectúa un constante lavado y centrifugado de la sangre recuperada, separando sus células que van a administrarse al paciente durante la operación.
CIRUGÍA CORONARIA CON EL CORAZÓN LATIENDO.
Actualmente, existen varios agentes farmacológicos para controlar la hemorragia durante la cirugía, denominados hemostáticos tópicos, como los adhesivos tisulares, cola y gel de fibrina, agentes de colágeno, trombina tópica, celulosa oxidada, esponjas de gelatina, alginato de calcio, y vasoconstrictores locales -fenilefrina, epinefrina-.
Cuando se producen hemorragias y no es posible transfundir sangre o hemoderivados, se dispone de otros tratamientos alternativos. Los fármacos antifibrinolíticos impiden que se destruya una especie de “gasa biológica” que produce el organismo humano con fibrina para taponar eficazmente las heridas y los vasos rotos, favoreciendo la formación de coágulos. Entre estos productos contamos con la aprotinina y los ácidos tranexámico, épsilonaminocaproico y aminometilbenzoico. En situaciones de hemorragias masivas, resulta muy eficaz administrar el factor VII recombinante activado, elemento de la coagulación de la sangre que moviliza inmediatamente las plaquetas, para la formación de coágulos de fibrina.
En el tratamiento de las anemias postoperatorias se puede administrar hierro, vitamina B12 y ácido fólico que favorecen la producción de glóbulos rojos. Para este objetivo, también suele emplearse una molécula sintética, creada por ingeniería genética, llamada eritropoyetina recombinante -EPO-, que promueve la proliferación y maduración de los hematíes, inhibiendo su apoptosis -muerte celular-.
Problema para unos, solución para todos
Con esta estrategia médico-quirúrgica se ha logrado solucionar el problema particular de una comunidad religiosa. La difusión y puesta en práctica de la “Cirugía sin sangre”, con la fructífera colaboración del personal sanitario, investigadores, industria biomédica y los propios Testigos de Jehová, está beneficiando a otros muchos enfermos con patología cardiovascular.
Sabemos que la sangre homóloga –de otra persona- puede constituir el vehículo trasmisor de enfermedades, conocidas o por descubrir, y de reacciones alérgicas con posible afectación de otros órganos.
En 2006, https://doi.org/10.1157/13087904 publicamos nuestra experiencia con operaciones de corazón en Valdecilla, en pacientes Testigos de Jehová, sin utilizar transfusiones sanguíneas ni hemoderivados, con resultados muy satisfactorios.
La concienciación sobre el ahorro de sangre durante la cirugía y el riguroso control de las pérdidas hemáticas ha permitido que, en la mayoría de los pacientes, no sea preciso, actualmente, utilizar transfusiones sanguíneas ni hemoderivados. La moderna farmacología anticoagulante, los avances en las técnicas e instrumental quirúrgico, planificación y estrategia de la cirugía sin sangre están permitiendo obtener mejores resultados clínicos, con menor mortalidad y complicaciones postoperatorias.
Lo que inicialmente parecía un inconveniente, una demanda religiosa inexplicable que venía a complicar o impedir la cirugía, la entendimos como un reto para nuestra hermosa profesión, fructificando en un progreso más para la Cirugía Cardiaca.
Este artículo de divulgación científica constituye un vehículo apropiado para agradecer públicamente, una vez más, a la Comunidad religiosa de los Testigos de Jehová, su importante contribución a la puesta en marcha de la “Cirugía Cardiaca sin sangre” en Valdecilla, con tan buenos resultados y mayores cotas de bienestar para los pacientes con enfermedades del corazón.
“Al César lo que es del César y a Jehová lo que es de Jehová”
“No hay mal que por bien no venga”