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Lo que queda del día

Ahora que somos realistas

No vamos a mandar a nuestros hijos a una discoteca desde cuya barra les van a escupir sorbos de ginebra, sino a colegios comprometidos con su seguridad

Publicado: 05/09/2020 ·
19:45
· Actualizado: 05/09/2020 · 19:45
  • Test a personal docente en un colegio de Jerez -
Autor

Abraham Ceballos

Abraham Ceballos es director de Viva Jerez y coordinador de 7 Televisión Jerez. Periodista y crítico de cine

Lo que queda del día

Un repaso a 'los restos del día', todo aquello que nos pasa, nos seduce o nos afecta, de la política al fútbol, del cine a la música

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El pasado mes de abril, cuando no hubo más Semana Santa que la que cada uno fue capaz de concebir desde la nostalgia, se propagó entre el mundo cofrade de buena parte de la provincia una especie de prometedor aliento, más que nada un incipiente consuelo, en forma de procesión magna para el mes de septiembre. Ni siquiera ha hecho falta esperar los cinco meses para comprender que era algo inviable, y al final terminaremos por echar de menos hasta el parte meteorológico de La Parra, aunque dé agua. El paso del tiempo y nuestra experiencia en medio de la pandemia se han encargado de encapotar las ilusiones y a seis meses para el inicio de la Cuaresma cunde el desánimo de cara a la celebración de salidas procesionales la próxima primavera -“no sé si podré soportarlo”-, a consecuencia, especialmente, de la suspensión del concurso carnavalesco del Teatro Falla, convertido en medidor de vanas esperanzas.     

También Jerez quiso celebrar el mundial de motos abierto al público y posponer su Feria del Caballo al mes de octubre, pero entre las cosas que hemos aprendido en medio del vértigo por la incertidumbre se encuentran que hacer planes está sobrevalorado y que dictar previsiones se ha convertido en una profesión de riesgo, salvo que sean catastrofistas, puesto que contienen mayor porcentaje de acierto, como ha ocurrido con las realizadas de cara al sector turístico: sólo el puerto de Cádiz ha perdido la escala de 160 cruceros desde el pasado marzo y la llegada de turistas extranjeros para el otoño ha terminado por desvanecerse con los vetos de determinados países europeos. Suficiente para explicar las causas de la subida del paro en agosto en la provincia.

Ahora somos realistas, por asimilación, convencimiento o por imperativo legal, pero, por encima de todo, con cierta tendencia al pesimismo, gracias a la enorme contribución del whatsapp o la televisión, que demuestran día a día tener más poder de contagio que el propio virus a la hora de condicionar nuestro personal estado de alerta, ya sea a base de datos o alimentando la confusión, como ocurre ahora con los autoconfinamientos de ciudades enteras o de cara al inicio de un curso escolar en el que se han generalizado medidas que no tienen por qué corresponderse de una comunidad a otra.

Se adoptan así decisiones que pueden no atender a una situación de alarma sanitaria dentro de una población concreta y se extiende el temor a una vuelta al cole al que contribuyen asimismo desde las propias administraciones con sus desajustes internos y las dudas ante la asunción de medidas y responsabilidades, como si no hubiesen tenido tiempo más que suficiente para planificar el necesario y seguro regreso a las aulas y hubiera que resolverlo todo, como siempre, con un duelo entre siglas.

Somos realistas y, por ende, al igual que el pesimismo, cunde la desconfianza, pero no vamos a mandar a nuestros hijos a una fiesta rave en una discoteca desde cuya barra les van a escupir sorbos de ginebra, sino a un colegio, a su colegio, bajo el cumplimiento de una serie de medidas sanitarias muy concretas y con la complicidad profesional del personal docente, de sus maestros, para que puedan seguir avanzando en su currículum formativo sin perder el contacto social ni un normalizado desarrollo personal.

Es cierto, no existe el riesgo cero, e incluso ya conocemos casos de centros educativos de otros países europeos en los que se han detectado contagios entre alumnos, pero todos hemos visto cómo buena parte de nuestros hijos se han pasado el verano conviviendo y en contacto con otros niños y niñas en playas y piscinas sin esta angustia sobrevenida ahora que toca volver a colgarse las mochilas. Habrá que enfrentarse, eso sí, a los bulos que comenzarán a sucederse a partir de ahora, y hasta a casos reales o sospechosos, pero para eso se han establecido los protocolos correspondientes y para eso se sigue apelando igualmente a nuestra corresponsabilidad ciudadana, ahora que somos realistas, o pese a ello.

 

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