Maqui (Iván Jiménez Villalba), 29 años, es el capitán del Arcos desde hace siete temporadas. La escuadra arcense ha resurgido en estos primeros compases de la liga de Tercera con la llegada al banquillo del chiclanero Bolli, que ha situado al jugador del conjunto arcense en una posición un poco más retrasada. Maqui destacó en las filas del Xerez C.D., en el que llegó a debutar en Segunda División A de la mano de Vicente Moreno, el míster actual del Espanyol. Ahora capitanea a un equipo revitalizado y con hambre.
Maqui debutó en Segunda A en Chapín frente al Barcelona B de Sergi Roberto, Rafinha, Deulofeu, Kiko Femenía... De aquel equipo azulino aún permanecen en activo algunos compañeros suyos de entonces como Bruno Herrero (Xerez DFC), Joaqui (UD Los Barrios), Juan Benítez (Xerez CD), Toni Lechuga (Dux Int. Madrid CF), etc. Maqui es noticia porque lidera un equipo, el Arcos, que ha vuelto a llamar la atención del mundo del fútbol en estos comienzos de la temporada gracias a la entrega incondicional de sus jugadores y al rigor táctico que ha introducido el nuevo entrenador arcense y sus cambios de roles en algunos elementos del equipo, como el propio Iván Jiménez, que ha cambiado su función de jugador atacante a la de medio centro, donde no lo hace nada mal.
¿Cómo ves tú el cambio que se está operando en tu equipo?
–El año pasado regalábamos goles que al final te costaban puntos. Se nos ponía el marcador en contra y luego era muy difícil remontar porque el rival se replegaba y entre los nervios y que no acertábamos arriba, a la contra nos hacían el segundo. En Tercera hay que tener las cosas muy claras y, para eso, el entrenador se lo tiene que poner todo muy mascado a los jugadores, y creo que esa es nuestra gran virtud este año, que todos tenemos muy claro lo que hay que hacer y no nos complicamos más de la cuenta haciendo cosas para las que no estamos capacitados, y nos está dando resultado.
Para eso hace falta un entrenador que conozca los recursos y limitaciones de la plantilla...
–Sí, eso hay que saber leerlo y transmitírselo a los jugadores y que estos confíen en lo que dice el entrenador, que tampoco es sencillo porque somos 22 y cada uno es de su padre y de su madre. Llevar a todo el mundo hacia un mismo objetivo, que todos jueguen a lo mismo y vayan en la misma onda, está claro que es mérito del entrenador del equipo.
¿En el vestuario también se nota ese cambio a mejor? Ya sabes que la temporada pasada hubo jugadores que no estaban muy cómodos en el campo...
–Yo, entre ellos, y cuando los jugadores no estamos a gusto, el rendimiento se nota.
Entonces la clave podría estar en el cambio de entrenador...
–No me quiero ceñir solo a eso porque todos los entrenadores intentan hacerlo lo mejor posible y tratan de aplicar sus ideas en beneficio del equipo. Al jugador no le queda otra que hacer lo que le indica el míster, pero creo que, a veces, hay indicaciones y consignas que no son las idóneas. El año pasado queríamos jugar como el Barcelona de Guardiola y no teníamos jugadores para eso.
Entonces, ¿qué es lo que ha cambiado esta temporada realmente para que el equipo esté dando una imagen tan positiva?
–Este año todo el mundo cree en la idea del entrenador y todos lo tenemos muy claro, mientras que el año pasado había muchas dudas.
¿Cómo es posible que el equipo se esté mostrando tan eficiente sin tener un gran presupuesto?
–Las mejores virtudes que posee el equipo esta temporada son la humildad, las ganas de trabajar e ir todos a una, algo muy complicado de conseguir. Todos sabemos lo que hay que hacer en un córner o cuando el balón está dentro del área, y vamos todos en la misma dirección. Yo puedo tener una idea de juego y el extremo otra diferente a la mía. Eso ha pasado muchas veces, que uno jugaba a una cosa y otro a otra, por lo que no había buena sintonía entre los jugadores y, claro, la cosa no funcionaba. Repito: lo mejor es que todo el mundo tiene muy claro lo que tiene que hacer en cada momento y que la gente es muy humilde y no escatima esfuerzos. Un equipo en el que todos vayan a una, que no pare de correr y que tenga las ideas claras tiene mucho ganado.
Detecto señales muy positivas en el equipo desde el primer partido: no comete errores absurdos ni comportamientos indeseados, solo trata de jugar para hacerlo lo mejor que puede, algo que se echaba de menos antes...
–Así es. El entrenador es un 'máquina': exige porque le gusta el trabajo, pero a todo el mundo le da su lugar, siempre tiene buenas palabras con nosotros. Exige cuando tiene que hacerlo y cuando te tiene que dar un capotazo te lo pega y eso en un entrenador es muy importante. No siempre hay que dar palos ni siempre capotazos, sino alternar una cosa u otra según el momento. Utiliza mucho la psicología y tiene a la gente muy metida. ¡A mí me ha ganado, la verdad! No sé si ha sido inteligente, pero yo también he puesto de mi parte y tengo muy buena sintonía con él y eso me hace estar más contento y que haga más grupo. Hemos congeniado muy bien los dos. Si soy quien tiene que unir al personal y encima estoy contento e involucrado, mejor que mejor para poder transmitir sus ideas a mis compañeros. Para mí es clave la buena sintonía que yo, como capitán, tengo con mi entrenador.
Y encima te ha puesto en un sitio nuevo...
–Situarme como medio centro es algo nuevo para mí y creo que estoy dando un buen rendimiento. Me siento a gusto porque abarco más campo y, al ser yo un jugador físico, va acorde con mis aptitudes de entrega absoluta, que es algo ineludible. Como no soy torpe con el balón y no eludo esfuerzos, esa posición me viene perfecta. Ha acertado conmigo. Bromeando le he dicho que si alguna vez le falta gol, que me tire un poco más arriba, que yo cerca del área también las meto (risas), pero me dice que siga ahí manejando el cotarro y hablándole mucho a la gente. Eso es lo que hago y me siento muy a gusto.