Daniel Arasa i Faba, autor de este libro que les recomiendo con verdadero entusiasmo es un periodista que además de ejercer durante décadas como Jefe de Redacción de Europa Press de Cataluña, (y seguir colaborando en la actualidad con muchos medios más) está felizmente casado y es padre de siete hijos. Desarrolla una intensa actividad en campos sociales, culturales y familiares, de hecho creó “Barcelona Debate Familiar” y varios premios. Ha organizado congresos y simposios sobre familia, educación, políticas familiares, natalidad y otros. Ha fundado y presidido el Grupo de Entidades Catalanas de la Familia, la Plataforma para la Familia y la Asociación Cinemanet. Pero me aventuro a decir que ha puesto toda esta experiencia vital en su libro “A las nueve en la luna”.
Después de leer esta obra, el lector podrá asegurar que se trata de una auténtica historia de amor de verdad. Porque estar casado durante más de cincuenta años, dos personas ligadas toda una vida, tan distintas entre sí como el agua y el aceite, o es amor o no lo es.
Este no es un libro de autoayuda más. Es un verdadero testimonio que servirá a muchas personas. Es útil precisamente por su autenticidad, porque el autor no se lo planteó cuando desvelaba las confidencias de su vida matrimonial, que preveía dirigidas solo a su esposa y a un reducido círculo familiar y de amistades.
A pesar de aquella frase de Lope de Vega “No quiso la lengua castellana que de casado a cansado hubiese más de una letra de diferencia”, es el matrimonio un invento que bien engrasado y cuidado, da más satisfacciones que tristezas. Y el autor lo demuestra en su obra.
Muchísimos verán reflejadas sus vivencias en las de los protagonistas. Alguien que leyó el manuscrito antes de publicarse, afirmó: Es el libro que deberían leer todas las parejas, hombre y mujer, y de obligada lectura en los cursos prematrimoniales.
A uno le queda claro que el enamoramiento puede ser pasajero, pero si se trabaja bien, se cultiv a cada día, da paso a un amor aún más fuerte.
A los novios se les dice con cariño, ¡Que seáis felices!, pero el autor afirma que la frase correcta debería ser ¡Que os hagáis felices! Y sentencia que para alcanzar la felicidad lo que hace falta es no ir tras ella.