El tiempo en el que Sergio Ramos ha quedado excluido de la selección nacional de futbol, a pesar de ser su capitán (“Duele no representar a tu país”), coincide con la ausencia de cualquier jugador del Real Madrid en el equipo nacional. No se le da a estos fenómenos la enorme trascendencia histórica que tienen. No había sucedido antes nada igual. Pero un eclipse de luna -superluna de las flores-, que tardará unos años en repetirse, ha querido añadirse a esos insólitos sucesos. La luna se ha escondido para no ver ni eso ni lo que ha ido encadenándose a continuación.
Una de las más graves coincidencias ha sido el anuncio de que la Vuelta Ciclista a España haga su inicio en Utrecht, la ciudad holandesa/neerlandesa que le da nombre al tratado en el que España dejó el cetro de su predominio europeo a cambio de un final en la Guerra de Sucesión española, absolutamente internacionalizada, que entronizó a la Casa de Borbón, reinante en España en la actualidad, tras varios exilios y repúblicas, frente a los Austrias -que reinó desde el emperador Carlos I al decadente Carlos II-. España perdió en Utrecht el bello Reino de Nápoles -aunque luego volvió a los Borbones, pero no a la corona española- y el imponente y estratégico Peñón de Gibraltar, entre otras posesiones europeas y americanas, sin entrar en mayores detalles, que no vienen al caso. Menos mal que la tercera etapa es en Breda, que inmortalizó Velázquez con La Rendición o Las Lanzas. Honor salvado.
La traca de los fenómenos del día se dirige a terrenos muy duros, como es el de la posibilidad de los indultos a los independentistas catalanes. Tiempo habrá de ocuparse de su oportunidad política. De momento lo que está sobre la mesa es la opinión del tribunal sentenciador, el Tribunal Supremo. El tribunal no se anda con subterfugios. Va al meollo y los descalifica por inaceptables. Pero la historia de España no empieza hoy. Fueron amnistiados e indultados tanto el general Sanjurjo, tras la Sanjurjada, como los revolucionarios de la Revolución de Asturias. Más tarde, lo fueron militares, ministros, la policía política, torturadores, golpistas y casi toda una generación que no dio cuenta de las atrocidades cometidas. Se hizo para conseguir lo que se llamó la reconciliación nacional. Ese fue el precio.