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Absit Invidia

Calor y amnistía

Como en el deporte, en la vida hay que saber perder pero también ganar

Publicado: 31/05/2024 ·
18:28
· Actualizado: 31/05/2024 · 18:29
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Autor

Pedro García Vázquez

Pedro García es periodista. Director de Informativos de 7 Televisión y Publicaciones del Sur

Absit Invidia

Con la esperanza de ser entendido por lo que pone, y por lo que no. Eso sí, sin ánimo de ofender ni en castellano, ni en latín

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Si la vida me ha enseñado algo, es que los conflictos laborales y de pareja más graves se producen con la llegada del calor. Recuerdo que, por estas fechas, un compañero del entonces departamento de maquetación de un diario en el que trabajaba me lanzó, sin aviso previo, una máquina de escribir a la cabeza. Vi la trayectoria de aquel dron dactilográfico y conseguí esquivarlo. No, no era una de esas ligeras tabletas, que entonces eran de chocolate, ni siquiera un liviano portátil; era una tradicional, contundente y añorada Olivetti. Es evidente que el único motivo de aquel affaire no fue que hacía calor. También estaba la fatiga de meses de trabajo, la disparidad de unos criterios que estaban en las antípodas y otros factores que no vienen al caso. La vida y la disposición de los dos actores condujo aquella animadversión a una amistad, ya en la lejanía.

Ahora, en el día de más calor de la primavera, con temperaturas propias del verano, el Congreso de los Diputados aprueba tras meses de polémica la Ley de Aministía y la clá del voraz independentismo catalán no espera ni un minuto para machacar con su reclamación del referéndum.

El Congreso de los Diputados.

Como en el deporte, hay que saber perder pero también ganar y los nacionalistas catalanes persisten en el error que les ha llevado a dilapidar buena parte del apoyo social con el que contaban en Cataluña y a ganarse el hartazgo de la mayoría de la sociedad española, cansada de la quimérica cantinela soberanista.

Los independentistas son insaciables. Lo han demostrado en la historia contemporánea y lo siguen haciendo. Conocedores del poder crispante de la aprobación de la Ley de la Amnistía no cejan en sus reivindicaciones, en una demostración de no saber ganar ni elegir los momentos adecuados para plantear sus exigencias. Y todo esto, claro, se lleva fatal con tanto calor hasta el punto de que el Congreso de los Diputados se convirtió ayer, de nuevo, en una especie de circo en el que el disparate se abrió hueco entre las butacas del Hemiciclo.

El problema es que la inercia del esperpento político en el que estamos sumergidos es tan potente que nadie sabe cómo se va a frenar. ¡Quién sabe! Arrojarse máquinas de escribir a la cabeza no parece la mejor de las fórmulas, aunque alguno de nuestros representantes en la Cámara Baja se mereciera aunque sea un rocecito.  

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