El Gobierno andaluz parece abducido por el síndrome del kamikaze de la autopista, es decir, el conductor que pone la radio del coche y al sintonizar la emisora de información viaria escucha que hay un kamikaze en la autopista por la que circula. Y, entonces, se pregunta: ¿uno solo? Porque todos los coches circulaban contra el suyo y no paraba de esquivar vehículos sin darse cuenta de que el único que iba en dirección contraria era él. Pues eso es precisamente lo que le está ocurriendo a la Junta de Andalucía con su cerrazón de ampliar la zona regable de la corona norte del Parque de Doñana. Va sola contra el mundo pensando además que el mundo ha emprendido una cruzada contra el ejecutivo autonómico.
Sin embargo, si todos te están diciendo que te estás equivocando, quizás debas preguntarte si realmente te estás equivocando. Si una veintena de sociedades científicas, si la Unesco, si el Consejo de Participación de Doñana, si la Estación Biológica del Parque, si los principales colectivos conservacionistas y ecologistas (Greenpeace, Ecologistas en Acción y WWF), si el Defensor del Pueblo andaluz, si los sindicatos y si la Comisión Europea y el Tribunal Superior de Justicia de la Unión Europea se oponen a este plan de la Junta, el presidente Moreno bien haría planteándose que a lo mejor han errado el camino.
Le invitaría a que encargara a sus potentes servicios de comunicación que le recopilen algunas de las noticias que han salido en los últimos días en la prensa internacional, como el Washington Post de los EEUU y numerosas cabeceras francesas, belgas, marroquíes y alemanas, entre otras, que incluso llegan a aconsejar a sus lectores ¿por qué no comprar fresas de Huelva? Con todos estos elementos, sin recurrir a las críticas del Gobierno central y de toda la oposición de izquierdas en Andalucía -para despojar la balanza de opiniones partidistas-, el presidente Moreno debería preguntarse por qué su polémico plan para Doñana ha enervado a tantas voces autorizadas.
Si después de todo esto, la Junta de Andalucía sigue erigiéndose en el kamikaze de la autopista, tendrá que pensar que el riesgo de provocar un accidente múltiple es gigantesco, que pueden verse involucrados muchos coches, que puede haber víctimas y que su recordada y plausible frase, nada más lograr la mayoría absoluta, de que tenía ocho millones y medio de jefes, que son todos los andaluces y andaluzas, estaba vacua de contenido porque ha caído en saco roto.