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Alcalá la Real

Una Alcalá a dos velocidades

La fractura entre la zona sur, más dinámica, y la zona norte, abandonada y obsoleta, se agranda día a día, con un deterioro que parece imparable

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  • Imagen del Llanillo, la pasada semana. -

Pasados los rigores de la pandemia, parece que Alcalá vive un momento de florecimiento en la apertura de nuevos locales dedicados a la hostelería. Son numerosos los establecimientos que han abierto sus puertas en los últimos meses. Sin embargo, todos ellos tienen un denominador común: están en la zona sur de la ciudad. Frente a ello, el casco antiguo languidece a marchas forzadas, en un deterioro que parece imparable.

De hecho, si trazáramos una línea imaginaria situada a la altura del Palacio Abacial, que separase el casco urbano en dos sectores, notaríamos que al norte del Paseo de los Álamos se dibuja una especie de frontera invisible en la que nos adentramos en otra ciudad diferente: más abandonada, triste, obsoleta, lánguida, mucho menos atractiva y vital que la que se expande al sur. Los carteles de “Se Alquila” se cuentan aquí por decenas, y comparten el espacio con locales que llevan décadas acumulando polvo y pintadas, con sus persianas echadas, ya probablemente tan chirriantes que será difícil volver a levantarlas algún día.

Local cerrado en la Carrera de las Mercedes.


En opinión de Juan de Dios Serrano, presidente de la Asociación de Empresarios DeAlcalá “las causas hay que buscarlas en la dejadez que ha habido siempre. Además, los propietarios ponen unos alquileres muy altos, a pesar de que son locales que llevan muchos años vacíos. Cuando se ven estos bajos tan deteriorados y sucios, se está dando una muy mala imagen a los clientes. Los precios siguen siendo excesivos en esta zona”.

Otra imagen del centro.

“Por otro lado, y lo hemos comentado ya con los políticos, la parte sur de Alcalá debería tener también zonas azules, al igual que ocurre con la zona norte. En esta parte de Alcalá tenemos zonas azules prácticamente por todos los lados: calle Real, Avenida de Europa. Debería tener que pagarse también por aparcar en las calles principales de la zona sur, para que la gente se conciencie”, asegura Serrano.

El problema no es para nada nuevo. Ha estado en los programas electorales de partidos de todo signo y color. Se han habilitado ayudas que apoyan la apertura de nuevos negocios en la zona, con líneas que cubren tanto una parte de la inversión como un porcentaje del alquiler durante un determinado período. Sin embargo, y aunque puntualmente estos incentivos se traducen en alguna que otra apertura, el panorama general es hoy más preocupante que nunca y la imagen podría calificarse de dantesca.

Pasaje de las Mercedes.

“Hemos tenido reuniones con responsables políticos de distinto signo y es algo de muy difícil solución, ni por su parte ni tampoco desde el lado de nosotros, como empresarios y comerciantes. Sin embargo, esta mala imagen es el principal problema que tenemos, algo que no va acorde con los precios. Se están llegando a pedir 1.200 euros al mes por bajos pequeños, con lo cual, por muchos descuentos que le hagas por parte del Ayuntamiento, no se soluciona el problema. Por otro lado, sigue sin haber cultura de uso del parking. Tenemos aquí ese espacio disponible a 50 céntimos la hora, y apenas lo utilizamos, es algo absurdo”, señala Juan de Dios Serrano.

Por las noches parece incluso que las diferencias se agigantan. Cuando se pasa de la Fuente del Paseo y se adentra uno en El Llanillo, asalta una especie de halo tenebroso, más acentuado en las calles aledañas. La escasa iluminación y el poco tránsito de personas en contraste con la densa afluencia de gente unas cuantas decenas de metros más abajo, choca a propios y extraños, máxime cuando la zona ofrece una arquitectura de bellos edificios modernistas, que debería ser en sí todo un atractivo.

“El problema va a más en los últimos años. Cada vez van cerrando más tiendas en el casco antiguo. Cada vez hay más bajos cerrados y abandonados, y no se rehabilitan. Se han ido bancos y otras entidades para abajo, y es una pescadilla que se muerde la cola. Es una verdadera pena. Tendría que haber actividades que fomentaran que se venga al casco antiguo porque tenemos un casco que enamora cuando la gente viene a visitarlo”, concluye el presidente de la asociación DeAlcalá.

Estamos, en definitiva, ante una Alcalá a dos velocidades. Una más dinámica y emprendedora, al sur, y otra adormecida y casi tétrica, al norte. Una “historia de dos ciudades”, como diría el escritor Charles Dickens, cuyos destinos parecen alejarse cada día un poco más.

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