La investigación en relación a la muerte a puñaladas de un hombre de 65 años en su cortijo de Huércal-Overa (Almería) en agosto de 2021 revela los continuos e intensos contactos que se produjeron entre su mujer, acusada de encargar el asesinato de su marido, y el supuesto sicario, quienes se comunicaban a través de un número de teléfono "de seguridad" que se mantuvo inicialmente oculto a los investigadores y cuyo uso cesó por parte de ella justo después del crimen, toda vez que tanto las llamadas como el contacto fueron borrados tras los hechos por parte del otro acusado, quien lo tenía apuntado en su móvil como 'Cortijo'.
Así se desprende de la declaración prestada por los agentes del Grupo de Homicidios de la Guardia Civil que actuaron como instructor y secretario del atestado en relación al caso después de que apareciera el cadáver de la víctima el 14 de agosto de 2021, un día posterior a su muerte que, conforme a la acusación, habría sido planeada previamente por la mujer ante sus sospechas de que el hombre fuera a divorciarse de ella para casarse con su hijastra.
Los investigadores han detallado que, conforme a las pesquisas realizadas, la acusada B.N.A.A. manejaba hasta tres números de teléfono móvil, dos que utilizaba desde un mismo terminal con una doble tarjeta SIM y un tercero del que no se tenía constancia pero cuya cuenta de correo electrónico estaba asociado también a uno de los dos números anteriores. Este último teléfono, empleado para contactar con D.V.G., dejó de funcionar el mismo día en el que se produjo el crimen.
En esta línea, han detallado que a través del registro de llamadas se comprobó que la acusada y su marido contactaron más de diez veces el día de los hechos hasta que, sobre las 13,01 horas, el hombre llamó por última vez a su mujer desde el cortijo de 'Los Cabecicos' en el que se encontraba. Solo "medio minuto después", la mujer contactó con el supuesto sicario desde otro terminal, según sospechan, para comunicarle que su marido se hallaba solo en el cortijo.
Así, a través del visionado de las cámaras de tráfico, el acusado fue captado sobre las 13,15 horas cuando se dirigía sin compañía en su vehículo al cortijo en el que se encontraba la víctima. Él mismo reconoció haber acudido allí para "hablar" por petición de la acusada para marcharse poco después. La misma cámara de tráfico lo captaría de vuelta, posteriormente, sobre las 15,15 horas; esto es, algo más tarde de lo que él mismo declaró inicialmente.
La investigación apunta además que la víctima recibió una llamada a las 14,01 horas por parte de un amigo que, conforme su testimonio, le llamó para comer juntos; una invitación que la víctima rehusó sin detallar los motivos pero que, a la postre, ha servido para constatar que a esa hora seguía con vida. Paralelamente, se anotaron otras dos llamadas de la acusada al supuesto autor material del crimen, a las 14,30 y 14,45 horas, que no fueron contestadas.
En base a los informes periciales sobre las antenas de repetición, el acusado habría recibido esas llamadas cuando aún se encontraba en el interior del cortijo de 'Los Cabecicos', ya que su terminal conectó con el mismo repetidor que el teléfono de la víctima contactaba para sus llamadas; toda vez que, además, ambos estaban suscritos a la misma compañía. "Creemos que se valió de su confianza para acceder al cortijo sin levantar sospechas y proceder a la agresión en el momento oportuno", han detallado.
El acusado, para el que la Fiscalía pide 22 años de cárcel al igual que para la mujer, no volvió a contactar con la mujer del finado hasta las 15,27 horas, cuando él mismo la llamó. En total se produjeron unas 13 llamadas entre ellos durante esa jornada, en la que la mujer no volvió a intentar contactar con su marido a lo largo del día.
Con todos estos indicios, los investigadores estiman que la muerte de la víctima pudo producirse entre las 14,00 horas --última vez que hay constancia de que está con vida a través de la llamada de un amigo-- y las 15,15 horas, cuando el presunto asesino es captado por la cámara de tráfico en su vehículo, en el que además se hallaron también restos de ADN junto a la palanca de cambios en el espacio del copiloto.
El relato de una asesinato planeado y acordado con anterioridad es corroborado por los agentes en base al registro de llamadas del acusado, quien eliminó de su teléfono todas las llamadas desde el 11 al 16 de agosto así como el número que tenía apuntado como 'Cortijo' con el que contactaba con B.N.A.A.; un fichero que posteriormente se pudo rescatar.
Otro detalle significativo para la Guardia Civil fue la ausencia de llamadas por parte de la mujer a su marido justo después de que se produjera el crimen y su insistencia, al día siguiente, en pedir a personas ajenas a su entorno familiar que acudieran al cortijo 'Los Cabecicos' a buscar a la víctima al no saber nada de ella, incluso aportando detalles de los que no podría tener conocimiento, como que su motocicleta se encontrara en el interior del recinto, ya que nadie le había confirmado tal extremo.
"Nos centramos en el entorno familiar por las incoherencias que detectamos en ciertos aspectos", han trasladado los agentes, quienes han asegurado que antes de que la mujer acudiera a dependencias policiales el 3 de septiembre a confesar los hechos ya estaban "cercados" a la espera de los informes relativos a los teléfonos. "Comentó que era un encargo para dar un susto a cambio de un dinero, de unos 1.000 o 2.000 euros", han apuntado en relación a su declaración.
Los investigadores han reconocido una "relativa" colaboración de la mujer a través de su confesión para reconstruir los hechos, aunque sí han valorado su papel a la hora de identificar al presunto autor del asesinato con una fotografía proporcionada por ellos mismos. "Con los datos que tenemos del terminal del teléfono en la zona del cortijo, habríamos llegado a él", han añadido.
Durante la investigación, en la que no se llegó a encontrar el arma homicida aunque se inspeccionaron los alrededores del cortijo y los caminos de acceso hasta el mismo, se exploraron otras vías de investigación y otras hipótesis hasta que las relaciones familiares y las contracciones expresadas por la principal sospechosa centraron la investigación sobre ella y el entorno, según han despejado.