Hace muy poco tiempo me vi obligada a emplear la frase: “Quien olvida la historia está condenado a repetirla”, en relación a un comentario que hice en una conversación mantenida con un grupo de personas sobre la guerra civil española y la dictadura franquista. Y es que si hay alguien de derechas en el grupo y surge este tema, siempre apuesta y recomienda que el pasado se debe de dejar enterrado y olvidado, con lo cual no estoy en absoluto de acuerdo.
La frase es de la autoría de un filósofo español, Jorge Ruiz de Santayana y da la bienvenida a los visitantes del campo de concentración de Auschwitz y no hay nada más cierto en ella, porque quien deja atrás el pasado no aprende de ello y se tienen grandes posibilidades de que se vuelva a repetir. ¿O deberíamos olvidarnos del Holocausto judío? ¿Y de la Santa Inquisición?...Podría seguir nombrando algunas atrocidades más, pero vamos a dejarlo aquí.
También la pongo en relación con la ley de Memoria Histórica, hoy en día Ley de Memoria Democrática. ¿Tenemos que olvidarnos de todas esas tumbas ilegales que están diseminadas por todo el suelo español y que representan el resultado más despreciable del conflicto bélico (guerra civil española) y de la posguerra? ¿Tenemos que olvidarnos de todos los crímenes cometidos desde el 18 de julio de 1936 (en Barbate unos días antes, el 11 de julio del mismo año, con los asesinatos de los hermanos Juan y Manuel Caro Marín), crímenes que fueron cometidos contra el legítimo gobierno de la Segunda República y más tarde durante la dictadura de Franco? La brecha y la impunidad siguen ahí. Los asesinos murieron indemnes, ni un solo castigo. Ni siquiera la Ley de Memoria Histórica trajo consigo una legítima contestación a las reclamaciones de las víctimas, resumidas en tres palabras: “verdad, justicia y reparación”.
En España se fue capaz de abrir la vía judicial para las dictaduras de Pinochet en Argentina y la de Videla en Argentina, pero también se boicoteó la única causa abierta en el mundo para juzgar al franquismo, la Querella Argentina, con el apoyo de Amnistía Internacional, para descubrir la verdad sobre los pormenores y particularidades que envuelven los abusos cometidos durante la dictadura franquista. Se ignora el mandato de la ONU, como tampoco se ha restituido el expolio que sufrieron los perdedores, así como ni siquiera se ha cuestionado la fortuna corrupta de la familia Franco, ni se ha pedido cuenta a las empresas que usaron esclavos (condenados en juicios políticos) durante la dictadura. Aún queda simbología fascista en la calle que demuestra que el franquismo sigue presente en España.
Bravo por José Luis Rodríguez Zapatero que consiguió en el año 2007 que se aprobara la Ley de Memoria Histórica, en la que se reconocen y amplían derechos a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura. Sin embargo esta ley no consideraba la apertura de fosas comunes en las que todavía yacen los restos de represaliados por los sublevados. En el año 2008, Mariano Rajoy anunció que si ganaba las elecciones, eliminaría todos los artículos de la ley que hablaban de dar dinero público a esos efectos. Lo prometió y lo llevó a cabo, dejando sin dotación presupuestaria para su aplicación en los Presupuestos Generales del Estado. Se negaba a dar dinero público para recuperar el pasado, no daría un solo euro para esos efectos; suprimió, además la Oficina de Víctimas de la Guerra Civil y la Dictadura. Sin embargo, la Fundación Nacional de Francisco Franco, fundada en 1976, con objetivos claros de “lucha contra la mal llamada ley de memoria histórica, gravemente dañina para la convivencia entre españoles y difusión de la vida y obra del dictador”, presume de subvenciones públicas, sobre todo de las recibidas del gobierno de José María Aznar, destinadas a digitalizar el extenso archivo que mantiene. Como igualmente goza de personalidad jurídica como institución cultural y usa los tribunales, pone denuncias y gana batallas judiciales. Su existencia se justifica para “glorificar al dictador y su larga sombra genocida y corrupta. Usan cualquier medio para financiarse: solicitar donaciones, organizar banquetes de homenajes, publicar recopilaciones de las misas dedicadas al general o vender participaciones de Lotería de Navidad acabadas en 36 ó 39 (años de comienzo y fin de la guerra civil española, ¡qué coincidencia!).
No deberíamos confundir olvido con reconciliación, ni memoria con venganza, pero creo que para ser demócrata antes hay que ser antifascista.
Mantengamos en la memoria la historia para no repetirla. Que se enseñen en los centros educativos los nombres de Francisco Franco, Joaquín Fanjul, Miguel Cabanellas, Manuel Goded, Queipo de Llano, Emilio Mola, Juan Yagüe, José Varela, José Sanjurjo...y cuáles fueron sus hechos para que no se vuelvan a llevar a la práctica. Tengamos memoria histórica. No nos olvidemos del pasado. No nos condenemos a repetir hechos denigrantes contra nosotros mismos o nuestros descendientes.