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El Loco de la salina

Hola, don Pepito

Hay varios José en la Historia, que dejaron el listón muy alto o muy bajo, según se mire

Publicado: 17/03/2024 ·
19:06
· Actualizado: 17/03/2024 · 19:06
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Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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Mañana martes, día 19 de marzo, es el santo de los Pepes y de las Pepas. Felicidad a todos ellos. Hay en el mundo infinidad de Pepes y de Pepas, pero me van a permitir, aunque sirva de precedente, que comience felicitando a mi mujer, por la que adquirí la locura que me hierve en el cerebro, y a mi hermano Pepe, seguidor constante de mis tonterías escritas.

Para empezar, diremos que las estadísticas debieran equilibrarse, porque en este caso la igualdad brilla por su ausencia. Mientras que hay más de medio millón de Pepes en España, sin embargo Pepas hay la mitad, y eso contando con la Constitución de 1812. Para que hubiera igualdad efectiva habría que alertar a los registros civiles y a las parroquias para que no permitieran inscribir más Pepes que Pepas. Es intolerable.

Hoy los nombres que más abundan parece que son Antonio y Manuel, y ya no hay duda de que el personal aspira a ser más culto llevando el santo y seña de los hermanos Machado. Entre las mujeres mandan las María del Carmen, aunque a la hora de mandar las demás no se quedan atrás. Los nombres que los padres barajan hoy van siendo cada vez más difíciles de pronunciar con una tendencia clara al imperio británico. A mí me llaman Paco, aunque, cuando estornudo, me dicen Jesús, y a veces me sueltan también la sagrada familia completa.

Hay varios José en la Historia, que dejaron el listón muy alto o muy bajo, según se mire. Sirvan como ejemplo José, el undécimo hijo de los 12 que tuvo Jacob, el que predijo las plagas de Egipto, con la faltita que hubiera hecho hoy para saber qué va a pasar en esta imprevisible España, también Stalin, un prenda necesitado como el comer de una amnistía póstuma, además de José Bonaparte, que terminó siendo Pepe Botella sin gustarle ni siquiera el vino moscatel… No se me puede olvidar Joselito, el pequeño ruiseñor, tu nombre me sabe a yerba, que, aunque sigue siendo pequeño, ahora solamente canta en la ducha, y lo de ruiseñor lo dejamos para otro día. Tampoco debemos despreciar la calidad que derrocha el jamón llamado Joselito con su funda roja y alargada. Aquí en el manicomio la cosa va por otros caminos. Hay muchos Napoleones con la mano en el pecho y la cabeza en el techo y alguna Juana la loca, viuda de Felipe el Guapo.

Sin embargo el José que nos ocupa hoy y por el que celebramos el santo, era un simple carpintero, que se encontró con que era padre de la noche a la mañana sin comerlo ni beberlo. Por eso se dice que el nombre Pepe viene del latín Pater Putativus, que traducido al cristiano significa que se pensaba que era el padre de Jesús. El personal, cuando escucha lo de putativus, puede pensar que estamos hablando de prostíbulos y de prostitutas, pero nada más lejos de la realidad, porque el verbo latino, que se enuncia puto, putas, putare, putavi, putatum, aunque suene a algunos políticos, significa precisamente pensar. Después del aperreo de Belén, los encargos se le acumularon a José sabiendo la gente la impresionante clase de ayudantes que tenía en la carpintería. Sin embargo llegó a quedarse solo, porque su hijo Jesús se le terminó yendo a predicar y ya no había quien atendiera tantísimos encargos. Dicho todo lo cual, este loco les desea felicidad a todos los implicados y les pide comprensión, porque, al ser tantos, no podemos en el manicomio permitirnos el lujo de enviarles los regalos que nos gustarían y se tendrán que conformar con nuestros abundantes deseos.

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